ASHTON GARDNER
El sol apenas comenzaba a colarse por las cortinas. La habitación estaba en silencio.
Liss dormía con la cabeza apoyada en mi pecho, sus dedos todavía entrelazados con los míos. Su respiración era suave. Tranquila. Mi amada Liss dormía realmente en paz.
Yo no podía dormir.
No porque algo me preocupara, sino porque no quería cerrar los ojos y perderme la sensación de tenerla así. Completa. A salvo. Mía.
Había despertado temprano, casi en la madrugada, y entonces escuché el chirrido suave de la puerta.
No me moví.
Una cabecita con cabello despeinado apareció.
Erick, con su pijama de ositos y su peluche bajo el brazo, estaba en el marco de la puerta, con los ojos entrecerrados por el sueño.
—¿Puedo entrar…?
—Claro que sí, campeón —susurré.
Caminó hasta el borde de la cama, arrastrando los pies, y se subió con cuidado. Se acomodó a mi lado, como si ese fuera su lugar natural. Miró sobre mi pecho el rostro de Liss durmiendo profundamente.
—¿Mami está dormida?
—Sí. Tuvo un dí