Angelo no había atendido de inmediato al llamado de Isabella, había tenido que atender el asunto de los Ferraro, Dante era su hermano y lo amaba pero a veces podía llegar a ser un completo inútil. Se cambió la camisa salpicada de sangre antes de entrar al club.
Adentro la música vibraba demasiado fuerte, el aire estaba cargado de humo dulce y risas desenfrenadas. Isabella amaba esos lugares, para Angelo era una obligación frecuentarlos, a veces por trabajo, a veces por Isabella. No conocpia el lugar pero caminó por inercia hacia la zona más apartada y la vio enseguida; Isabella no pasaba desapercibida ni aunque quisiera. Estaba en la zona VIP, sentada de lado en el sofá, con una copa en la mano y gente alrededor que reía más de la cuenta. Demasiado cerca. Demasiado confiada. Los analizó a lo lejos antes de intervenir, así era con todo, nunca actuaba por impulso, siempre calculando cada paso porque había aprendido por las malas que dejarse llevar por las emociones nubla el juicio y las