Los cazadores caminaron de prisa hasta llegar al auto y subieron rápidamente sin dar crédito a su buena suerte. Amaya permanecía callada, pero agradecida de que estuvieran a salvo.
Karan encendió el motor y aceleró de inmediato. A los pocos minutos sintió como varias motos de alto cilindraje los perseguían y casi les daban alcance. El muchacho aceleró aún más aumentando la distancia.
Muy pocos autos transitaban la carretera oscura, a los que hábilmente Karan lograba sobrepasar, aunque no conseguía dejar atrás a sus perseguidores. Una de las motos se les adelantó y las otras dos se colocaron a ambos lados del auto. Al doblar una curva bastante cerrada, el auto de los cazadores derrapó debido a la velocidad que llevaba. Karan trató de controlar el volante y maniobrar, pero no lo consiguió y se estrellaron contra un árbol a los pies de un precipicio.
Recobrándose del golpe, Adriana le entregó su espada a Amaya y los tres cazadores salieron a enfrentarse con los hombres y vampiros de