El príncipe suspiró y caminó hacia Amaya. Tomó un mechón de su cabello rubio y lo llevó detrás de su oreja. La acción le produjo un escalofrío.—Querida Amaya, cazadora élite de La Orden, no suelo tomar prisioneros, sin embargo, asesinaste a mi hermano y debo vengar su muerte. Pero, por otro lado, tu organización nunca se había atrevido a enfrentarme tan frontalmente. Me gustaría averiguar por qué lo hicieron. Así que estoy en el dilema de qué hacer contigo. Mientras me decido, te mantendré aquí. Tú no intentarás escapar y me harás compañía. ¿Qué dices?Los ojos violetas brillaron. Igual que su hermana, Ryu enarboló una sonrisa, pero a diferencia de ella, la de él fue más divertida que seductora.—¿Hacerte compañía? Tendrás que hipnotizarme como acaba de hacerlo ella. Yo no soy una dama de compañía, soy una cazadora —dijo altiva, encontrando por fin la fuerza para mirarlo, desafiante. —Lo sé, y al parecer bastante orgullosa —Ryu sonrió maliciosamente—. No pienso hipnotizarte, no encu
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