Dariela¡Maldición! ¿Cómo pudo fallar mi truco? ¿Cómo pudo él resistirse a mi habilidad?Era poderoso, pero manipulable, así que debió ser pan comido que se rindiera a mí. El plan parecía sencillo, pues ya lo había hecho antes, incluso con mates. ¿Que no era el lazo de los mates más fuerte que cualquier sentimiento?Entonces, si fui capaz de interponerme entre un vínculo como ese, ¿cómo no pude lograr que Liadrek me escogiera y se entregara a mí?—Maldita Laurel... —mascullé, con los dientes apretados por la ira—. No la entiendo... Ella debió ponerse celosa, sentirse herida, reclamarle, ponerlo a la defensiva para que sus emociones aumentaran la negatividad.—¿Por qué no lo hizo? Cualquier mujer con un corazón latiéndole se habría interpuesto entre su hombre y una intrusa. ¿Y por qué Liadrek pudo romper el espejo si ya lo tenía en mis manos?—Él la amaba... ¡Era eso! Un sentimiento puro y fuerte, inquebrantable... Amor...Me daba tanta curiosidad... Me pareció fascinante cómo ni pensó
LaurelCoqueteamos con la mirada y los gestos, sin necesidad de hablar, pues nuestras almas se comunicaban bien en el silencio. Aquí, ocultos de los problemas externos y de todo el caos que se había desatado, huíamos. Solo éramos dos almas heridas, en proceso de sanación.Nuestro amor necesitaba una caricia y volver a ser fuerte. Por eso le dábamos este bálsamo silencioso, íntimo y muy nuestro.Liadrek caminó hacia mí con pasos cautelosos, como si no quisiera presionar, pero al mismo tiempo, deseara dejar claro lo especial que era este momento para nosotros.Era como si confirmáramos nuestra relación, ya sin dudas, sin secretos ni cohibiciones. Éramos él y yo contra el mundo.—Me habías preguntado cuándo descubrí mis sentimientos por ti... —habló él mientras extendía su mano hacia mí, de forma caballerosa.Miré su brazo extendido y sonreí. Luego me sostuve de él y me dejé guiar hasta el interior de la bañera.Ayayay...La sensación fue maravillosa: el agua tibia, el perfume...Solté u
Laurel Ayayay...¿Qué era esto?Siempre imaginé este momento como algo sagrado y muy íntimo: la realización de las parejas. Algo que, en mi pensar, jamás me sucedería.Sin embargo, aquí estaba yo, siendo mordida por Liadrek.Sentí cómo la sangre fluía de mí, y el dolor, mezclado con placer y un intenso sentido de pertenencia, me embargó por completo. Liadrek se atrevió; su parte salvaje me reclamaba como suya...Sus colmillos de lobo estaban incrustados en mi piel, fieros como su dueño, dejando una marca eterna que nos confirmaba como pareja ante los demás.Ya no había marcha atrás. Liadrek y yo éramos más que amantes o dos personas explorando sus sentimientos. No... ya no éramos un intento de relación.Liadrek y yo nos estábamos convirtiendo en marido y mujer, en una familia formal...Sus gruñidos, que indicaban cuánto disfrutaba beber mi sangre, hicieron que mi cuerpo temblara con fuertes escalofríos.Ya no había dolor en mi carne, porque el éxtasis del apego lo había anestesiado.
¿Mi Alfa rogándome que salve a su amante y a su hijo?Soy una loba wosa, eso significa que tengo habilidades por encima de un licántropo común. Mi más preciado poder es el de curación. Soy capaz de sanar heridas que nuestro cuerpo licántropo no puede restaurar, quitar el veneno de la sangre, entre otras curaciones.El problema es que me debilito cuando uso dicha habilidad. Y esa fue la razón por la que decidí dejar a mi esposo, el alfa de la manada Zafiro.Todavía el dolor de su traición está impregnado en mis huesos y mi loba llora nuestra desdicha con rabia y sed de venganza.Aún duele recordar...—¡Zebela! —Sentí un estremecimiento cuando su voz autoritaria me despertó en medio de la noche. Por un momento me emocioné al escucharlo porque había regresado a casa.«Pasará la noche conmigo», celebré en mis pensamientos mientras saltaba de la cama contenta. Me cercioré de no estar desaliñada y le sonreí al espejo porque mi piel tenía ese brillo especial que adquirimos las lobas cuando e
Las lobas wosa somos consideradas una bendición en las manadas, un tesoro invaluable que todos desean tener. Nuestro corazón noble nos convierte en la presa perfecta de cualquier cazador ambicioso y malvado.Dolió saber que eso fui para Roan. Un trofeo que usó a su conveniencia.Tras vivir la horrible experiencia de perder a mi cachorro, estuve inconsciente por varios días donde me mantuve soñando con Roan y todos los momentos que tuvimos juntos.Mis sueños eran mis recuerdos...—Señora Zebela, ya despertó —La voz de la mucama hizo que terminara de abrir los ojos. Me los froté para recuperar claridad en mi visión.—Me duele la cabeza... —me quejé.—Le traje un analgésico. Debe comer, aunque sea un pedazo de fruta antes de ingerir el medicamento, ya que no ha comido nada en tres días. Mire, le traje su ensalada de frutas de todas las mañanas —dijo Lidia con voz suave. Pese a que ella era una empleada que solo hacía su trabajo, era la única persona que no me miraba con desprecio en la m
El silencio reinó en el pasillo mientras Roan esperaba por una explicación. Me pareció irónico, dado que era yo quien debía estar demandando una.—Esta insolente fue a molestar a tu hijo y se atrevió a faltarnos el respeto. —Fue Greta quien rompió el silencio porque yo no fui capaz de articular palabras. ¿Por qué no pude siquiera moverme? Odié ser tan cobarde.—Zebela, ¿qué sucede? —ignoró a su madre y se dirigió a mí con una calma no muy propia de él. ¿Será que se sintió culpable por todo el daño que me estaba haciendo?—R-Roan... —Fue lo único que pude expresar antes de estallar en llantos.¡Qué patética! Me sentía un ser inútil en ese momento.—Ven conmigo. —Él se me acercó y me cargó entre sus brazos, como si justo acabara de descubrir mi fragilidad. Por supuesto, la joya de mi suegra empezó a pelear detrás de él.—Necesito hablar con mi esposa a solas —le dijo Roan como si ella no estuviera a punto de sufrir un colapso, acto seguido, le cerró la puerta de mi habitación en la cara
Allí estaba yo, acurrucada en una orilla de la lujosa pared, sentada en el piso frío y pulido mientras me abrazaba las piernas y lloraba mi desdicha.—¿Cómo te llamas? —me preguntó él con su voz imponente de alfa, pese a que todavía no había sido nombrado como tal, pero Roan lo llevaba en la sangre. Estaba tan asustada que solo sollocé—. No te haremos daño, chiquilla. ¿Acaso no te salvamos de esos rufianes?Por primera vez desde que fui traída a esta manada, miré a Roan a los ojos. En ese entonces, él tenía veinticinco años y yo solo era una cachorra adolescente; sin embargo, su belleza cargada de misterio y peligro me prendó y ese día supe que mi corazón estaría ligado al suyo.Lo amé en secreto por dos años en los que tuve que verlo ser feliz con su mate. Traté de no pensar en él y decidí ignorar cuánto lo amaba. No me alegré para nada cuando ella murió, en especial porque verlo destrozado me ponía muy triste.—Zebela, hace un año perdí a mi pareja y tú ya tienes la edad suficiente
Después de que regresé de mi paseo, entré a la ducha y me di un largo baño donde pensé mejor en mi futuro. Cada segundo que transcurría, la idea de dejar la manada me parecía menos descabellada y una solución a mi desdicha.—Te dejaré libre, Roan. Podrás ser feliz con tu nueva familia... —dije mientras lloraba. Me permitiría ese último momento de debilidad, lloraría por Roan esta vez para no volverlo hacer más. Es lo que esperaba. Sabía que él no se merecía mis lágrimas, pero era mi manera de sanar.Tras un baño reparador, decidí ponerme un vestido fresco y dejarme el cabello mojado porque no tenía ánimo para secarlo. El estómago me ardía a causa de la falta de ingesta de comida, por lo que fui a la cocina a comerme una fruta.—Hasta que te dignas en salir de esa habitación, holgazana —espetó mi suegra cuando entró en la cocina. Supuse que se estaba quedando en la casa por más tiempo del que solía hacer debido al cachorro.Me giré en su dirección, pero verla con el hijo de Roan en bra