Laurel
Los galopes del caballo eran rápidos, decididos y ansiosos, reflejando lo que yo sentía en ese momento.
El polvo y algunas piedrecitas eran levantados por el casco de George, que se hundía con intensidad y urgencia, como si él pudiera fusionarse conmigo y sentir mis emociones contrariadas y las ansias de llegar a Liadrek.
¿Qué estaba sucediendo? ¿Acaso no la encontró y decidió seguir su rastro? ¿Cómo pudo ella salir de la manada sin ser interceptada por los guardias?
Ayayay... Todo era tan extraño.
—¡Liadrek! —lo llamé cuando la distancia entre nosotros fue menor, captando su atención. Me esperó con la mirada perdida, como si estuviera confundido por algo—. ¿Qué haces aquí? —le pregunté, una vez llegué a su lado.
Él pensó antes de responderme, como si no encontrara las palabras correctas para articular una simple frase. Entonces vi las ojeras repentinas, sus ojos rojizos, la palidez en su piel y esa debilidad de la cual se estaba recuperando.
Él estaba bajo la influencia de esa