Laurel
Los labios de Liadrek aprisionaban los míos con delicadeza, saboreando sin prisa mi boca, y yo la suya.
Era maravilloso...
Mi corazón saltaba emocionado, porque por primera vez en mi vida compartía este tipo de sentimientos y me sentía amada, la primera opción.
Ayayay...
Esto parecía un sueño...
—Liadrek... —susurré sobre sus labios.
—Ummm... —respondió, como si no quisiera dejar de besarme.
Entonces lo empujé.
—¡Tenemos que trabajar! —solté de repente, pues me puse muy nerviosa sin razón.
Ay, más loca y no nazco.
—Lo sé... —dijo en un ronroneo—. Solo un poco más... —Su lengua hizo espacio en mi boca y empezó a juguetear de una manera que me provocó picazón allí.
Ayayay, este chiquillo era un pillo.
Volví a empujarlo y le apunté con el dedo de forma acusatoria.
—Si no me cuelo, la cosa será tu culpa.
¿Ah? ¿Qué diablos dije?
Sus ojos se entrecerraron en confusión, observándome como si tratara de descifrar la primera tontería que salió de mi boca.
¡Era su culpa por ser tan sensua