LaurelCaminé hacia el río donde Draevor se bañaba, y me quedé paralizada al verlo desnudo.Ayayay... Era la primera vez que veía a un hombre sin ropas. Traté de apartar la mirada, pero había un magnetismo en su cuerpo que mantenía a mis ojos curiosos atrapados.Y empecé a sentir calor.Noté el enrojecimiento en su rostro, el brillo en sus ojos y algo más en su expresión que mi inocencia no supo interpretar. Luego, como si volviera en sí, buscó su pantalón con premura y se lo puso, acabando con mi incomodidad.Pero esa electricidad en mi piel seguía torturándome.Tragué pesado y caminé en su dirección; luego le di un puñetazo en el pecho.—¡¡Deja de bañarte encuero a la intemperie!! —le reclamé, pero él solo se encogió de hombros.—No sabía que vendrías ahora. ¿Tan rápido cazaste? —Puso su mirada en el par de conejos que traía en la mano.—¡No cambies el tema! —le grité, escandalizada.—Ya que tú cazaste hoy, yo prepararé la hoguera —me evadió, otra vez.Me limité a entornar los ojos.
LiadrekTodos nos observaban con curiosidad y malicia, sospechando lo obvio, pero nadie se atrevía a hacer comentarios delante de nosotros ni a preguntar. Era un conocimiento silencioso, una verdad que todos sabían, pero que fingían ignorar.No sabía cómo sentirme al respecto. Después de todo, poco me importaba lo que pensaran los demás, y esta vez no sería la excepción, en especial si se trataba de algo tan íntimo como nuestra extraña relación.Por lo menos, me daba satisfacción que todos empezaran a verla como mía y no se atrevieran siquiera a aludir nada atrevido.Era un completo posesivo por pensar y sentirme así, lo aceptaba, pero ¡por los guías y Woses!, esa mujer no sabía las miradas libidinosas que ella levantaba con tan solo existir.Es que ella poseía una sensualidad natural que, combinada con su personalidad divertida y autoritaria, la convertía en una fantasía andante.Suspiré cuando ella me descubrió observándola como el intenso que era, pero me era inevitable no apreciar
LaurelEstaba atónita y con la mente en blanco, incapaz de intervenir. ¿Por qué, precisamente ahora que me estaba dando una oportunidad con Liadrek, reapareció Draevor y con esa extraña actitud?Como si mi vida no estuviera lo suficientemente complicada, tenía que venir él a ponerla de cabeza.Miré a Liadrek, quien tenía los músculos tensos, y su mirada observaba a Draevor atentamente, listo para defenderse en caso de un ataque.Y todo ocurrió en cuestión de segundos. Como era de esperarse, Draevor se le lanzó encima, pero no llegó a tocarlo porque Liadrek desapareció de su campo de visión y, en un movimiento rápido, lo pateó por la espalda.¡Ayayay!—¡Basta! —grité en un impulso, pero Draevor estaba fuera de sí.Y cómo no estarlo, si Liadrek le dio donde más le dolía y, para colmar la situación, lo había humillado al mostrarse más hábil que él en la batalla.Mi viejo amigo se giró rápido y le atinó uno de sus puños, lo que me hizo gritar del horror, porque Draevor era grande y muy fu
LaurelTodo el trayecto hasta nuestro destino fue incómodo y cargado de tensión. Era la primera vez que veía a Liadrek tan cerrado. No me habló, me ignoró cuando intenté que conversáramos y se mantuvo lo más distanciado posible, como si fuéramos dos extraños compartiendo el mismo camino.Ayayay...Era peor que eso, pues, aun los extraños tienen una que otra conversación vana. Me sentí herida e indignada, pero mi orgullo no me permitía insistir; simplemente me rendí y lo dejé tranquilo.¡Chiquillo inmaduro e insolente!Suspiré. No quería todo este drama absurdo en mi vida. ¡Era tan injusto! Yo nunca me interpuse en las relaciones de Draevor, aun cuando eran cuestionables. ¿Por qué él tenía que entrometerse en mi vida? ¿Acaso quería verme sola siempre? ¿Por qué era tan malvado con la persona que siempre lo amó?A este punto ya no sabía qué sentía por él, pero, con cada acción, solo lograba que lo despreciara más.Fuimos recibidos por nuestros colegas en el centro de una roca de cristal
LaurelObservé a Liadrek en silencio mientras cenábamos frente a la fogata. La luna brillaba en un tono plateado aquella noche, acompañada por un sinfín de estrellas en un cielo azul marino.La brisa fría movía las hojas de los árboles y nos regalaba caricias escalofriantes. El silencio era el protagonista, pues Liadrek y yo estábamos tímidos.Ay, ya no era orgullo ni enojo lo que nos hacía actuar como tontos; era la vergüenza de no saber cómo abordar al otro y tener esa conversación incómoda.Suspiré, rendida, y decidí ser yo quien rompiera el hielo.—¿Crees que encontremos algún Wos? —le pregunté, fingiendo naturalidad, pero los nervios se colaron en mi voz en forma de temblores sutiles.Liadrek me miró por unos segundos que parecieron eternos; luego, sonrió a medias.—Espero que sí —contestó—. ¿Tú me quieres, Laurel? —inquirió de la nada, agarrándome desprevenida.Por poco escupí el contenido de mi boca, pero puse todo mi empeño en mantener la compostura.—¿Acaso no es obvio? —le d
Laurel Me dormí al instante y tuve sueños extraños. Fue como si mis temores se hubieran reunido y conspirado en mi contra, pero al despertar, en la calidez y protección de Liadrek, sentí alivio y sonreí.Me sentí dichosa y feliz, y por primera vez en muchos años, mis barreras protectoras habían caído. Solo éramos Liadrek y yo, y el innegable amor que nos teníamos. Solo eso importaba.La mañana fue cargada de flirteos, palabras con doble sentido y caricias intencionadas, pero sutiles.Era divertido seguirle el juego y coquetear como si no hubiéramos tenido una noche de pasión la noche anterior.Para el mediodía, habíamos llegado al mar oculto. Decidí hacer una parada, pues siempre encontraba tesoros humanos aquí.Nos bajamos del caballo y caminamos en silencio, admirando la belleza del lugar.Este océano era diferente al resto, pues no había arena. En su lugar, las rocas cristalinas lo rodeaban, así que debíamos andar con cuidado porque también eran puntiagudas.El mar era cristalino,
LaurelEl momento en que los brazos de ella cubrían a mi pareja se volvió eterno, y el miedo era como un puñal que se clavaba en mi pecho insistentemente, llevándose mi capacidad de respirar con un ritmo tranquilo.Sentía que me asfixiaba.Era como si volviera a vivir el doloroso pasado de cuando Draevor encontró a su mate. En ese entonces, me sentí desplazada y abandonada, completamente sola...Justo cuando habíamos hablado acerca de nuestros sentimientos, ella apareció y se robó su corazón. Ya no había nadie más importante para él que su mate. Y, aunque fue doloroso, estaba bien para mí. Si mi amigo era feliz, yo lo sería por él.De todas formas, ni siquiera nos habíamos dado un beso de confirmación. Nada.Sin embargo, con Liadrek no solo había entregado mi cuerpo, también mi alma, mis temores y mi corazón. Me rendí completamente a lo nuestro y decidí dejar de esconderme tras mi escudo, ese que usaba para protegerme de otro desamor.Pero ahí estaba Liadrek, con la mirada perdida, rí
LaurelEl trayecto a casa fue incómodo, cargado de tensión y evasión de mi parte. Apenas hablaba lo crucial, y presioné para que no hubiera paradas que no fueran estrictamente necesarias.Solo quería llegar a casa y llorar en mi habitación. Sí, como si fuera una adolescente inmadura, pero es que dolía, y mucho.Ayayay...Nunca había visto a Liadrek tan atento a otra mujer que no fuera yo, tan preocupado porque se sintiera cómoda, tan dedicado a cuidarla.Y ella, pues, se aprovechaba de su nobleza. Parecía tan débil, que requería de Liadrek hasta para lo más mínimo; mas tenía la leve sospecha de que era una excusa para llamar su atención. ¡Qué chiquillo tan estúpido! Caía en su tonto juego como el inocente que era.Y yo estaba harta de esta situación, pero tampoco pelearía por un hombre que se suponía era mío. Si tenía que intervenir para que él me respetara, entonces nuestra relación no valía la pena.¿Dolía? Sí, pero yo ya no estaba para lidiar con este estúpido drama de cachorros. A