Laurel
Mi corazón palpitaba con latidos de felicidad y calidez. Hacía mucho tiempo que no me sentía parte de alguien, parte de un hogar. Aunque, pensándolo mejor, desde que Liadrek llegó a mi vida, el sentimiento de soledad menguó. Su presencia ya le daba un aire de hogar a mi vida, solo que no lo había reconocido hasta ahora...
No pude evitar observarlo comer, y mi pecho se infló de alegría y satisfacción al verlo alimentarse con tantas ganas. Al igual que yo, él estaba muy hambriento.
Suspiré como una lobezna enamorada y seguí comiendo todas las delicias que Liadrek había ordenado preparar para mí. Él conocía bien mis gustos, y hoy se aseguró de que la mesa estuviera equipada con mis bocadillos favoritos.
Tan lindo y atento.
Me sobresalté cuando sus ojos grises azulados me descubrieron contemplándolo como idiota, y no pude evitar sonrojarme ante su escrutinio intenso.
Ayayay, este hombre me tenía atrapada en su encanto.
—¡Aquí están! —La voz de Lisa rompió nuestra burbuja rara. Not