Kaia
La cama olía a él y su esencia se sentía fresca aquí. Este era su espacio y yo estaba en él.
Solté un suspiro y me paré frente a la ventana.
—Ahí estás, bebé travieso —murmuré cuando descubrí a Nivi flotando sobre la grama y persiguiendo mariposas.
Se veía muy feliz.
Solté un suspiro y decidí no huir más. Quizás, si podía cumplir esta pequeña tarea, aparearme con Nevan sería menos difícil.
—Sí...
Volví a suspirar y me acosté en la cama. Hoy también dejé de lado la licra, así que sería más fácil...
¿De verdad iba a hacer esto?
—Zebastiel diría que Nevan es una mala influencia para mí —solté una risita.
El olor de mi mate encendió algo en mí, pues estaba recostada justo en el lado donde durmió y sobre su almohada. Aspiré su olor y el calor se tornó más severo.
—Nevan...
Mis dedos juguetearon con timidez y titubeo sobre mi ropa interior.
Mis manos temblaban y mi corazón latía fuera de control. Había una excitación rara, una sensibilidad que me cosquilleaba la piel solo porque me lo