POV Ariana
Gabriel se levantó de la cama con la misma frialdad que una mañana de invierno. Me miró como si ya no me conociera, como si en su pecho solo quedara decepción.
—¿Así que eres solo una mentirosa? —su voz, aunque serena, dolía como una bofetada—. Una infiel…
Cada palabra era una piedra. No podía hablar, no podía siquiera llorar. Pero no hubo tiempo para reaccionar. De nuevo, la puerta.
Los golpes retumbaron como un presagio.
Gabriel se adelantó. Abrió, y fue como si el destino terminara de aplastarme.
—¿Señor Gabriel Bernabé? —dijo un oficial de policía con voz firme.
Sentí el frío recorrerme los huesos. No era miedo… no todavía. Era resignación, como quien ve la guillotina bajar y ya ni intenta correr.
—Soy yo —respondió Gabriel.
—Tenemos un reporte de que usted ha sido secuestrado por la señora Ariana Darson —informó el agente.
Mi nombre resonó en esa habitación como una sentencia de muerte.
Gabriel me miró. Sus ojos… eran dagas. Su silencio era peor que el grito más furios