POV Ariana
Di a luz a un hermoso varón.
Aún recuerdo ese instante como si el tiempo se hubiese detenido.
La sala estaba bañada por una luz cálida y suave, y todo a mi alrededor pareció desvanecerse cuando lo vi. Pequeñito, arrugado, temblando, pero con una fuerza en su llanto que estremeció mi alma.
Y luego, cuando Gabriel se acercó y lo sostuvo por primera vez en brazos, supe la verdad más profunda de todas: el amor entre nosotros nunca murió. Jamás lo mataron.
Ni el odio, ni el rencor, ni la distancia, ni siquiera las heridas más hondas. Ese amor luchó, creció en silencio, sobrevivió, y ahora se alzaba más fuerte que nunca. Se volvió eterno, irrompible.
Esa imagen quedó grabada en mi corazón: Gabriel con su hijo en brazos, con los ojos llenos de lágrimas y un temblor en los labios, como si hubiese encontrado algo que creía perdido para siempre.
***
Hoy desperté con el corazón latiendo con fuerza. Una melodía suave flotaba por la habitación, un canto dulce, familiar, lleno de ternura