Al día siguiente, Ariana despertó con un dolor punzante en la cabeza, como si el mundo entero se hubiera desmoronado sobre ella mientras dormía.
Sus ojos se abrieron lentamente, y por un momento, no supo dónde estaba.
El techo blanco y los suaves rayos de sol que se filtraban por las cortinas blancas le parecían familiares, pero al mismo tiempo, completamente extraños.
El aroma que llenaba el aire la hizo detenerse. Era el perfume a lirios, el mismo que había sido su favorito durante años, hasta que decidió dejarlo atrás al comenzar su nueva vida.
Esa vida en la que pensó que todo quedaría atrás, incluso su dolor.
Pero entonces, los recuerdos llegaron de golpe, como olas furiosas que estrellaban contra las rocas, borrando cualquier intento de paz.
El lugar… ¡Era su habitación matrimonial! Todo lo que había intentado olvidar, lo que pensó que había dejado atrás, estaba frente a ella.
Su mente comenzó a girar sin control, como un torbellino de emociones, incapaz de comprender lo que suce