Cuando la cena terminó, Imanol los llevó de vuelta a casa en su lujoso auto.
El silencio entre ellos era ligero, pero pronto Sergio lo rompió.
—Hermano… ¿Las mujeres en Cirna Gora tienen todas ese mal carácter?
Imanol lo miró de reojo, frunciendo ligeramente el ceño.
—¿Qué dices? ¡Claro que no!
—Claro que sí —respondió Sergio con tono agrio—. Me topé con una que casi me acusa de acoso. Lo que tienen de guapas, lo tienen de groseras.
Imanol soltó una carcajada breve y rodó los ojos.
—¿Seguro que no hiciste nada para ganarte eso?
—¡Nada! Soy un hombre inocente. —Sergio suspiró exageradamente—. Ya verás… ahora lo que me espera con Freya.
Imanol sonrió, pero en realidad, un nudo de nerviosidad se formó en su estómago.
Sabía que su madre no podía ver a Sergio ni en pintura, y ese reencuentro… sería como ver dos leones enfrentarse.
***
Cuando Freya se enteró de que, al final, Sergio vendría… apretó los dientes con rabia.
No quería verlo, no quería que pisara su casa, ni respirar el mismo air