Una decisión.
Unas semanas atrás...
—No vuelvo a beber en mi vida—reclama una Clara entrando en la cocina y buscando alguna pastilla para el dolor, cuando de la nada ve al cadáver en la isla del lugar —¡Dios santo! ¿Qué te pasó mujer?
—No grites, Clara, por favor.
—Pero es que te ves de la patada, mujer. Y eso que pensé que yo me había emborrachado.
—Clara, te emborrachaste, lo mío es Andrés.
—¿El que viene una vez al mes?—la risa de Clara inundó la sala y el dolor de Ro se hizo más intenso, ya no solo era su parte baja, también su cabeza y cada parte de su cuerpo, más que la menstruación parecía un tipo de gripe, por eso cuando el timbre de su casa sonó, la alegría volvió a su rostro. Intentó levantarse, pero a penas si pudo, por lo que Clara se levantó y fue a abrir, ahí se encontró con su tormento, ese moreno de espalda ancha y pectorales bien formados, con sus ojos achocolatados y sonrisa angelical y ahí cayó en cuenta de algo.
¿Qué mierda le había hecho ella a él anoche?
Flashes de lo sucedid