—Rocío Arismendi levanta tu culo respingón que llegarás tarde a clases.
—No jodas, Maca. Dame cinco minutitos más, ayer fue demasiado extenuante la prueba de algebra.
—Ni loca, además tengo una cita con mi destino.
—Te odio. No entiendo como putas haces para estar despierta tan temprano si trabajas en la cafetería , el atelier de doña Carlota y toda la noche en ese bar.
—Pues la necesidad tiene cara de hereje, hermanita y ya sabes que las facturas no se pagan con aire— mi hermana me quita las mantas de encima y el frío de la mañana me corroe el cuerpo.
—Lo sé, lo sé, ya me levanto.
Como todas las mañanas, me meto a la ducha y si el hecho de que mi hermana me sacara las mantas de encima me provocó frío, el agua que cae sobre mi me cala los huesos.
—¡Joder!— salí tiritando de la ducha y ahí estaba ella, tan bella como siempre con una toalla calentita y esponjada esperándome.
—Ven acá, ardillita. Necesitas entrar en calor— su abrazo y masajes en mi cuerpo no solo me calentaba el cuerpo, sino que también el espíritu. Desde que mis padres habían muerto, ella y Catalina eran mi refugio, pero luego Cata se casó y nos dejó a la deriva. Su marido era un idiota machista que la mantenía presa en su casa criando a mis lindos sobrinos y dejando sus sueños y a nosotras de lado.
—Gracias mamá ardilla — besé su mejilla y me fui a mi habitación, me vestí rápido para aplacar el frío y peiné mi cabello en una coleta alta.
—¿Tienes dinero para el almuerzo?
—Aún me queda lo que me diste de mesada, así que me alcanza.
—Pero ese dinero es para que te compres tus gustos, algún labial bonito o ir a por un helado con tus amigas.
—Hermana, sabes que yo no soy de esas y no tengo tantas amigas en el colegio.
Y ese era mi otro tema, odiaba el colegio, sobre todo por los gastos que traía consigo. Macarena se desvivía por pagarme la misma educación que Cata y ella habían recibido, pero lo único que dejaron mis padres tras su muerte fueron deudas. Mis hermanas debieron vender nuestra casa y todo lo que no nos serviría y después de haber vivido en el barrio de Chamartín nos habíamos trasladado a un pequeño departamento en la zona de Atocha, solo para quedar cerca del maldito colegio de señoritas.
—No voy a discutir contigo, por ahora, pero ya tendremos una conversación de mujer a mujer.
Reviré los ojos y tomé mi mochila, mientras mordía la tostada que Maca me había preparado.
—Ya, ya, mamá ardilla. Será mejor que nos apuremos o llegaré tarde al colegio.
Salimos, como todos los días, atrasadas y corrimos al metro, la estación estaba a una cuadra de nuestra casa y el tren nos dejaba a una de mi colegio.
Después de bajar en la estación, subimos por las escaleras y corrimos nuevamente para llegar a tiempo, por suerte del señor destino estábamos frente a la puerta del colegio con cinco minutos de anticipación. Maca me arregla el uniforme y luego me hace la señal de la cruz.
—¡Qué dios te bendiga y te de la luz que necesitas para tener un hermoso y productivo día!
—De verdad debiste ser monja, Maca porque no puedo creer que pongas en manos de dios todo.
—Ardillita, es solo una plegaria para afrontar el día. Ahora vete y estudia muchísimo para que pronto seas una gran administradora de empresas y me mantengas.
—Idiota, a propósito. Ese tipo que está en el árbol me da mala espina, ten cuidado hermana rumbo al trabajo—Maca mira en dirección de donde le indico y su cara muestra una sonrisa de oreja a oreja.
—Tranquila, ardillita ese chico es mi destino.
—¿Qué? ¿Con él vas a salir?
— Ya vete, cuando te venga a buscar te cuento.
Nos despedimos con dos besos y luego su agarre en mis cachetes con el que me molestaba, pero la dejo ser. Ella es mi sol y mi luna y la amo con todo mi corazón.
Los quedé mirando tras la puerta de mi colegio y ambos se saludaron como si fuesen buenos amigos.
—¿El nuevo cafiche de tu hermana, Arismendi?
—¿Y eso a ti qué te importa Roldán?— respondo molesta, dándome la vuelta para ver a esa incordio.
—Pues yo nomás digo, si lo ve la hermana superiora dile adiós a tu media beca, chiquita.
Ariela Roldán era mi mejor amiga, con la que hacíamos todo, pero después de que lo perdimos todo ella se transformó en mi peor pesadilla y la autora intelectual de que todo el que me conoce y estuvo cerca de mi me trate tanto o peor que ella, salvo...
—Ro, no le hagas caso a esa arpía, déjala ser. Ya sabes que le gusta ser la abeja reina y cualquier cosa que sea relacionado contigo le molesta.
Y ahí estaba mi otro ángel de la guarda Clara Santillán, la chica freak del colegio y mi mejor amiga.
—Tienes razón, Clarita ita, ven vayamos a clases, sino la hermana Fedora nos sacará los ojos.
Pasamos el día entre clases y las bromas insidiosas de Ariela y su séquito de abejas que la siguen hasta que tocaron el timbre de salida.
—Esta tía se ha demorado demasiado.
—Ay, Ro. Sí quieres le pido a Carlos que te lleve, no es prob para nosotros desviarnos de nuestro camino a casa— me dice Clara, ya llevamos esperando media hora y nada que Maca aparece.
—No te preocupes, Clarita. Ella ya llegará.
—¿Segura?
—Completamente— mi teléfono suena y es Macarena —. Ves, ahí me está llamando la inconsiderada.
¿Se te perdió la dirección, Macarena?
—Cariño, perdón, se me hizo tarde, pero voy en camino.
—Te espero, pero tendrás que contarme absolutamente todo, esta te saldrá caro, Macarena.
—Lo prometo, mi ardillita.
—Te dije, mi hermana no fallará, así que vete, no te preocupes y nos vemos mañana.
—¿No quieres que te acompañe hasta que llegue?
—Nope, ve tranquila que tu mamá se puede enojar.
Nos despedimos con Clara y me quedé sentada en la banca esperando a que llegara mi hermana.
Pasó otra media hora más y el candy crush me estaba aburriendo cuando los vi, venían de la mano y la cara de ambos era para vomitar. Se despidieron de beso y el chico se quedó esperando a que Macarena se acercara a mí.
—Menuda cita ¿eh?
—Perdón, perdón. Es que con Chris el tiempo se pasa volando.
—Uy, Chris. Así que se llama Chris.
—Ya cállate y vamos, si quieres que te cuente todo.
—Pues vamos, que no aguanto el cotilleo.
Nos dirigimos a casa, tomadas de la mano, mientras Maca me contaba de su príncipe azul.
—Es que lo vieras es tan caballero y amoroso.
—Y vive en Irlanda— le retruco.
—Lo tengo claro, Ro. Solo quiero disfrutar el momento, déjame ser.
—Lo siento, hermana, pero es que me preocupo por ti.
—Chris es un buen chico, Ro. Te lo aseguro.
Esa frase me rondaría más de una vez en la cabeza, pues no todo lo que ves es tan lindo como te lo pintan y nada es lo que parece…
—Nada que hacer, eres una loca enamorada.
—A propósito, no me esperes esta noche, saldré de birras y t***s con Chris.
—¡Pero si estuviste todo el santo día con él! Además, hoy empieza la nueva temporada de CSI, no es justo, Maca. Me la perderé por tu culpa.
—No seas dramática, ardillita. Vela sin mí y cuando llegue me la cuentas.