No lo puedo creer.

Esa noche vi nuestra serie favorita y esperé a que Maca llegara, algo que no sucedió sino hasta muy temprano en la madrugada.

—Ardillita, te dormiste en el sofá.

—¿Qué hora es?—pregunto restregando mis ojos.

—Las cinco treinta, aprovecha y dúchate temprano mientras te preparan el desayuno.

—Okey, pero no estoy muy feliz con tu llegada a estas horas, mamá ardilla.

—Ro, para. Te acepto que seas un encanto y te preocupes por mí, pero no eres mi madre.

—Ni tú tampoco la mía, pero solo somos la una para la otra, no tenemos a nadie más.

Salí de la sala molesta con mi hermana, sé que fui cruel con lo que le dije, pero era cierto, ella era lo único que tenía en la vida.

—Mi ardillita, no quiero que estés enojada conmigo, sé que te preocupas por mí, pero también tienes que entender que el amor es así, te pilla en el momento y lugar que menos lo piensas. Algún día me entenderás.

—Lo siento, hermana. Te amo.

Corrí a sus brazos y me acurruqué como cuando era chiquita, puede que sea que me siento celosa por lo que está pasando y eso es feo. No puedo ser así con ella que ha dado todo por mí.

—Pues nada de discusiones y tienes que contarme qué pasó en el primer capítulo.

—Oh, verdad, estuvo flipado el capítulo, el hijo de Horacio Caine está metido en un tremendo lío y parece que se irá preso.

—Wow y ¿cómo fue qué pasó?

Le cuento todo lo que pasó en el capítulo mientras desayunamos, ella se ríe por mis ocurrencias y las locas teorías que me he estado creando para el capítulo que viene y se nos pasó volando el poquito rato que estaríamos juntas.

Salimos, como todos los días, atrasadas. Maca me hizo volar para llegar al colegio y nos despedimos justo cuando sonó la campana.

—Hola, Maja ¿Cómo estuvo ru tarde?— me pregunta Clara saludándome de besos.

—Bien, Clarita ita ¿Y tú? ¿Qué hiciste?

—Estuve preparando mi solo de violín para la prueba del conservatorio. Quedé muerta después de eso y me dormí.

—¡Dios santo, mujer! Se me había olvidado que estabas preparando tu prueba. Perdóname por ser tan mala amiga.

—Tranquila, no te guardo rencor— me guiña un ojo y se muere de la risa—. Lo que no te perdonaría es que no vayas el día de mi prueba, pero sé que no me fallarás.

—Lo prometo, como que me llamo Juanita.

—Idiota.

Ambas nos reímos de nuestras interacción, era increíble que después de todo, esa chica que no había pelado en mi perra vida se hubiera transformado en mi mejor amiga.

—Ya se están riendo de su propia estupidez, pobres almas en desgracia son tan insípidas que ni aunque se ganaran la lotería alguien las tomaría en cuenta.

—Y llegó la que nadie ha invitado al baile— dice clara mofándose de Ariela, que nos mira enfadada.

—Lo que yo no entiendo es cómo puedes meterte con esta pobretona, Clara. Puede que seas un tanto freak, pero tus padres están a nuestro nivel, si dejas de juntarte con esta escoria eres bienvenida en nuestro grupo.

—Ni aunque me pagaran todo el oro del mundo lo estaría, el dinero no hace a las personas ser más gente. En eso estás equivocada, Ariela. No se necesita tener dinero para ser una buena persona y por lo que veo eso si que te falta a ti.

—Idiotas, son tal para cual.

—Ya basta, no sigan discutiendo por mí. De verdad no sé qué m****a te hice, Ariela, pero ya deja de molestar a Clara.

—Existir, eso es lo que has hecho. Siempre has sido la estrella, con tus padres, tus hermanas y todo el mundo. La perfecta Arismendi. La mejor en todo.

—¿Y eso qué tiene que ver con Ro? Si ella es inteligente y hermosa no es un problema, el problema eres tú, que te sientes apocada por Rocío, si no puedes brillar por ti misma ese es tu problema, idiota.

—¡Me las vas a pagar, hija de puta! —Ariela se lanza en contra de Clara y comienza a golpearla en el suelo, como puedo intento separarlas y esa loca me lanza con una fuerza descomunal contra la muralla.

—¡Señoritas, sepárense!— grita la hermana Fedora y yo me toco la cabeza, me duele mucho, pero lo que me duele más es el grito desgarrador de Clarita.

—¡Mi brazo! —veo como la están levantando y llora tomándose su brazo derecho, mientras otra hermana me levanta—Hermana, me duele muchísimo.

—¡Dios santo! Debemos llevarlas a la enfermería y usted señorita Roldán a la oficina de la madre superiora, esto ha sido demasiado.

—Pero, pero yo también estoy herida hermana Fedora.

—En sus puños, señorita Roldán, ¿cree que no la vi? Hermana Lucero, por favor lleve a las chicas a la enfermería y ya le dije señorita Roldán, muévase.

—Esto no es justo, mis padres se van a enterar.

—Por supuesto que se van a enterar, señorita Roldán. Yo misma me encargaré de que se enteren.

Mientras íbamos con la hermana Lucero a la enfermería, escuchaba los gritos de Ariela y una sensación de intranquilidad se posó en mi interior, esto sería complicado.

Cuando entramos a la enfermería, la señora López nos recibió, obviamente mi preocupación estaba en el brazo de Clara, esto no podía pasarle a ella. Si su brazo estaba lesionado no me lo perdonaría.

—Me duele mucho.

—Tranquila, mi niña— le dice, mientras la revisa— Uy, santo cielo, esto será para férula. Llamaré a tus padres para avisar que las llevaremos al hospital, la herida en tu cabeza tampoco me gusta.

—Yo estoy bien, señora López, sólo preocúpese de Clarita.

—Nada de eso, tendré que llamar a tu hermana también.

Cerca de una hora después estamos instaladas en la sala de urgencias del hospital y los papás de Clara están como si se los llevara el diablo, a mi pobre amiga le estaban colocando un yeso en su brazo, pues tenía una fractura, en mi caso recibí tres puntos e. La cabeza, pero de mi hermana ni luces.

—Les daremos el alta a ambas niñas, ¿quién viene por la señorita Arismendi?

—Nosotros solo venimos por Clara Santillán, pero si no aparece algún familiar de Rocío podemos firmar su salida.

—No se preocupe, señora Santillán, de verdad yo puedo esperar a que venga Macarena.

—No, cariño. Mi esposa tiene razón, no te dejaremos sola. Tu hermana debe estar trabajando y por eso no ha podido venir y será mejor que te vengas a nuestra casa, allí puede ir a recogerte. Por favor señorita, haga el papeleo, nosotros nos haremos responsables.

—Sí, señora Santillán

—Gracias— es lo único que sale de mi boca, sentía tanta vergüenza y pena por mi amiga, por mi culpa estaba en esa situación y lo peor es que no podría hacer su audición para el conservatorio.

Con el ánimo hecho m****a llegamos a casa de los Santillán, mi hermana apareció casi dos horas después desesperada por saber de nosotros, pero hubo algo que me llamó la atención, el tremendo chupetón en el cuello me dio a entender que había estado con su chico y por eso no me había contestado.

—Ro… Ardillita, siento tanto no haber estado a tiempo contigo, pero el atelier estuvo más complicado que otros días — y eso era peor, me estaba mintiendo ¿Para qué? Eso no tenía que ser así, nosotras no nos mentíamos.

—No te preocupes, Macarena — dice el señor Santillán, como siempre tan comprensivo—. Ellas están bien y esa niñita Roldán pagará por lo que les hizo.

—¿Ariela?— pregunta mi hermana y ellos afirman, mientras yo estoy abrazando a mi amiga que aún llora, pero ahora no era por el dolor físico, sino por todo lo que conllevaba su lesión.

—Lo importante es que están bien y ustedes dos no se preocupen, todo en la vida tiene solución. Ya vendrán nuevas audiciones, mi niña y sé que lo harás bien.

—Perdonen todo lo que les hemos causado, no saben la vergüenza que me da lo que ha provocado mi Ro. No sé que habrá pasado entre las niñas, pero Ariela no es así, algo le debiste haber dicho para que actuara de esa forma.

—¿Qué yo qué? Maca, fue ella la que nos atacó sin ninguna compasión— digo entre lágrimas, ya me sentía culpable de que Clara me hubiese defendido y ahora mi hermana.

—Rocío tiene razón, Macarena. Nosotras no hicimos nada para provocarla, estás siendo injusta con tu hermana.

— No es necesario, Clara. Mi hermana siempre cree lonpeor de mi.

—No es eso, ardillita. Es que no puedo creer lo que ha pasado, si ustedes han sido tan buenas amigas.

—Pues si me escucharas alguna vez sabrías que la única amiga que tengo en el colegio es Clara, desde hace mucho tiempo nadie se acerca a mí, pero veo que eso te entró por un oído y te salió por el otro.

Salí corriendo hasta el segundo piso y me encerré en el baño a llorar. Todo esto era tan absurdo y doloroso que estaba superada.

—Ro… Ardillita, perdón. Perdóname por no escucharte, es que yo.

—Déjame en paz, Maca. No quiero hablar contigo.

Por una semana me quedé en la casa de los Santillán, acompañando y ayudando a mi amiga, era la forma de pagar su cariño y amistad hacia mí, de Macarena sabía pues iba todos los días a verme, pero no quería hablar con ella, no ahora.

Una tarde, escuché que llegó a la casa de los Santillán, ya estaba dispuesta a hablar con ella, así que me arreglé un poco y bajé a saludarla, llegué al último escalón y ahí la escuché hablar con la señora Santillán.

—Me ha pedido ser su novia y viajar juntos a Dublín y he aceptado.

—Eso es bueno, puede ser que el cambio de aire les haga bien a ambas.

—Ese es mi problema, solo me lo pidió a mí.

—¿Y qué pasará con Rocío?

—Hablaré con mi hermana para que se encargue de ella, en algún momento y cuando todo…

—¿Así que soy un lastre para ti?— digo entrando en la sala y mi hermana me vio con terror.

—¡No! Ardillita escucha.

—¿Qué quieres que escuche? ¿Qué te has decidido por tu novio y ya no te soy útil? Al fin de cuentas soy solo tu hermana ¿no? No tienes una obligación de mantenerme.

Pues vete, no te necesito, has tu vida con tu irlandés y déjame a mí aquí, no te quiero ver nunca más.

—¡Rocío!

Salí de esa habitación con el corazón destrozado, mi hermana no me quería y ya veía que al final se mantuvo conmigo porque no tenía de otra, estaba pasando lo mismo que con mi otra hermana, ahora que tenían un hombre a su lado yo era desechable.

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