Otra noche de sexo desenfrenado sin sentir nada más que la satisfacción de eliminar ese líquido blanquecino que producía el orgasmo. Doy asco ¿no? pero eso a nadie le importa, menos a mí. Me saco el condón y lo anudo, para guardarlo en el bolsillo de mi chaqueta. Iugh, sí, iugh, pero era justo y necesario, ya sabía por mi hermano que más de alguna loca había corrido donde mi padre a decirle que era el futuro abuelo se su engendro.
¡Ja!, era un maldito adicto al sexo, pero no tonto queridas, no me dejaría embaucar nunca más por ninguna mujer y estaba pensando seriamente en hacerme una vasectomía.
- Levántate, es hora de que dejes la habitación.
- Pero cariño, si la noche recién comienza, me dice la rubia que está desnuda intentando provocarme con sus manos en su coño.
- No tengo tiempo para tus estupideces o sales o te saco, elige.
- Desgraciado, eres un asqueroso hijo de puta, ojalá y ese pito no se te vuelva a parar nunca más.
- Sí, sí y que se me caiga porque me contagiaste la lepra