Ella tiene todo lo que yo quise alguna vez.
Rocío se sentía como si una avalancha le hubiera aplastado completamente, trataba de respirar con tranquilidad, no era solo por ella, también lo hacía por sus bebés. Por otro lado, la señora Santillán lloraba, mientras su marido intentaba comprender lo que pasaba y Macarena, seguía siendo ella, Rocío juró que lo que habían escuchado le había provocado cierto placer.
En ese momento, Ossiel, el marido de Maca, entró a la sala y miró a todos preocupados, pero sus ojos se quedaron fijos en la hermosa embarazada que sostenía su pequeño vientre en la silla mecedora, por desgracia, su mujer lo notó y comenzó con su típico actuar como víctima.
—Ossiel, cariño, me siento muy mal—le dijo Macarena y él desvió su mirada a su mujer y se acercó corriendo.
—¿Qué sucedió? ¿Por qué Macarena está así?—preguntó molesto a su suegro.
—Ossiel, perdónanos, fue una discusión entre la familia—respondió Almendra—. Lo sentimos mi niña.
—Pero ahora no es el momento de seguir, debemos viajar a Estados Unidos —dij