La mazmorras
Era sin duda uno de los lugares favoritos de Isan, disfrutaba estar allí, desde el olor, hasta sentir ver y hacer en ese lugar. Cualquiera que estuviera allí podría vomitar, incluso hasta desmayarse, la mayoría lo hacía, la cosa era que no todo el que entraba tenía la oportunidad de salir...
Ziara no logró comer ni un poco, estaba tan nerviosa que el tenedor en su mano temblaba, su estómago se revolvía y la bilis amenazaba con llegar a su garganta. Intentaba calmarse respirando un poco suave y despacio, sintió que había una mirada fija en ella, levantó su cara para conseguirse unos ojos morados sobre ella mirándola burlones.
La Vampiro tragó saliva, debía calmarse o tendría un ataque de pánico en la mesa, sería vergonzoso y aún más viendo a su padre que desayunaba taciturno cómo si no existiera nada en el mundo que pudiera perturbarlo.
Miró el plato de Isan y notó que el vampiro comía con rapidez, Ziara decidió pedir permiso y levantarse para ir al baño, lo hizo s