CAPÍTULO 105 AL fin…. Invencibles
El aire helado de la madrugada me golpeó el rostro cuando salimos de la clínica.
A pesar de que habíamos logrado llegar hasta Gerónimo, mis manos seguían temblando. Fyodor lo llevaba sostenido por el brazo mientras yo abría la puerta trasera del auto que habíamos dejado oculto entre los árboles, a unos metros del perímetro del edificio.
Gerónimo ya estaba más lúcido. Su mirada seguía algo perdida, pero reconocía todo a su alrededor. Respiraba con más ritmo, su voz, aunque baja, ya no arrastraba las sílabas.
—¿Dónde… estamos?
—Fuera. Ya estás fuera —le dije con una sonrisa mientras le acomodaba una manta sobre los hombros.
Fyodor se agachó frente a él, le pasó una pistola ligera y lo miró con seriedad.
—Si algo pasa, si alguien se acerca que no seas tú o yo, apuntas y disparas. No titubees.
Gerónimo asintió. Le temblaba la mano, pero la sujetó con firmeza. Lo vi cerrar los ojos un segundo, como quien aún no logra distinguir si está soñando o viviendo. Pero lo más importante era que est