65. Cuarenta y ocho horas

Capítulo 65

Ciro permanecía al lado del jefe, sentado en la incómoda silla de hospital que ya conocía demasiado bien. El cansancio le pesaba en los párpados, pero no podía apartar los ojos del hombre que yacía en la cama. Silas no había despertado desde que se desplomó hace cuarenta y ocho horas. El recuerdo del sonido seco de su cuerpo golpeando el suelo aún lo perseguía.

Quería marcar el número de la señora, contarle todo, decirle que debía venir… pero las palabras de Silas, tan frías como siempre, resonaban en su mente como una orden imposible de desobedecer: “Si la llamas, te mandaré a África por un mes.”

Había visto esa mirada en los ojos de su jefe muchas veces, la misma que usaba para cerrar tratos millonarios o para hacer callar a un adversario. No era una amenaza vacía.

Ciro suspiró hondo, pasándose una mano por la cara. Se sentía atrapado. Por un lado, la lealtad hacia su jefe; por otro, la preocupación sincera por la señora Wyckham, que seguramente no tenía idea de lo que e
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