116. Sigue buscándome
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El bosque entero parece guardar silencio cada vez que Silas pronuncia el nombre de su esposa. Han pasado tres días desde el accidente, tres días desde que recibió aquella llamada que casi le arranca el alma del pecho. Tres días sin dormir, sin comer, con el mismo nudo en la garganta que se aprieta cada vez más. Ciro y los demás hombres se mueven como sombras entre los árboles, pero la desesperación de Silas es un fuego que no se apaga.
El chip del anillo, su última señal de rastreo había dejado de funcionar minutos después del accidente. Uno de los técnicos logró hacer un mapeo de la última señal, pero esa pista también se volvió una calle sin salida. Nada. Tres días completos sin saber si Nora está viva, herida o… No. No termina ese pensamiento. Prefiere arrancarse el aire a permitir que la palabra “muerta” pase por su cabeza.
Camina entre los árboles con pasos pesados, las botas hundiéndose en la tierra húmeda del bosque. Lleva tres días con la misma ropa táctica negra, empapada