Esa noche, antes de decidir, camino por el departamento con la libreta abierta y hago dos columnas: por un lado seguridad (guardias, rutas, check-ins, departamento con dos piezas en alas distintas, puertas cerradas + código para tocar, cero contacto sin pedirlo) versus Autonomía (miedo a perder control, ruidos de la vieja intimidad, orgullo). Miro la manta de Wilson y tacho la duda: la prioridad es encontrarlo. Llamo a Claudia; me dice: “decide sin culpa; si dices sí, no es volver: es protocolo”. A las 21:05 escribo a Tomás: “Sí. Busquemos un departamento con dos piezas en alas distintas. Hoy cada uno arma su propia mochila de emergencia. Las reglas para la convivenciason son: cero contacto, código de puerta, hacernos check-ins cada 2 h”. Él asiente, aunque no puedo verlo siento su cambio de humor, responde que empezará a buscar; Claudia reenvía contactos de inmobiliarias y Felicia avisa que el borrador legal estará en la mañana.
El día siguiente empieza con una ausencia que pesa más