Entro por el acceso frontal con el cuerpo todavía disciplinado por la noche anterior. El guardia me salúda con el gesto breve de siempre; paso la tarjeta, el torno gira con un chasquido y el hospital me traga por el pasillo de luz fría. Subo a Calidad y enciendo el computador. Dos correos: recursos humanos dice “en revisión”; monitoreo responde “se coordina entrega”. El hospital habla así cuando quiere ganar tiempo. Me lo anoto en la libreta para que no se me quede mordiendo por dentro y salgo antes de empezar a enredarme con los verbos pasivos.
Armo el día en la cabeza mientras camino: Fabián Inostroza primero; enfermería de Urgencia para cruzar notas; Verónica en Psiquiatría para entender el circuito de reevaluación e interconsulta; Roxana en Mantención para la orden de trabajo y, si corresponde, coordinar con Monitoreo; y al final Claudia, afuera, para contarle lo de Tomás. Escribir, fijar, insistir. Mantener el hilo dentro de la mano correcta.
Uno aprende a leer los pasillos como