ellos se niegan a aceptar lo que sienten, llena de celos drama y orgullo, lo que no les permite estar juntos, atravesaran todas sus dificultades y estar juntos ?
Leer másLa noticia explotó como dinamita en una sala cerrada.“Filtración de datos estratégicos vinculados a Valeria Andrade, denuncian insiders”El titular no usaba la palabra “culpable”. Pero no necesitaba hacerlo.Las palabras “Valeria” y “filtración” juntas bastaban para encender el infierno.Cuando Liam entró a la oficina aquella mañana, su asistente tenía una expresión gélida en su rostro, y sin atreverse a levantar la mirada solo le dijo:—Su padre lo espera en la sala principal. Trajo al abogado corporativo y a uno de los inversores internacionales.Liam no preguntó más.Solo apretó la mandíbula y caminó.Al abrir la puerta, supo que algo grave estaba por suceder.—¿Qué es esto? —preguntó apenas entró.Su padre lo miró desde el otro extremo de la sala.—Es un incendio que podés apagar. O dejar crecer.—No entiendo.—Alguien usó información sensible de la fusión para enviar propuestas anticipadas a la competencia. Los datos salieron desde una terminal de tu departamento. A nombre de Va
Valeria no esperaba a nadie.Ni una llamada. Ni una explicación.Había pasado dos días sin ver a Liam. No lo bloqueó, pero no respondió.Y en parte, le dolía que él no hubiera insistido más.Pero otra parte… entendía que ambos estaban aprendiendo a no pelear a la defensiva.Cuando sonó el timbre aquella noche, creyó que era Laura.Pero al mirar por el visor, su cuerpo se tensó.Liam.Con la mirada más honesta que le había visto.—¿Estás sola? —preguntó, cuando ella abrió la puerta.—Siempre estoy sola —dijo Valeria, sin tono de reclamo, pero con verdad.Liam no respondió de inmediato. Tenía una pequeña bolsa de papel en la mano.—¿Puedo pasar?Ella dudó, luego se hizo a un lado.Entró en silencio, caminó hasta la sala y dejó la bolsa sobre la mesa.—Helado —dijo—. De jengibre y limón. Sé que odiás lo dulce empalagoso.Valeria lo miró.No por el helado, sino por el gesto.Porque Liam no era de esos que llegaban con excusas, ni con ofrendas.Y sin embargo, ahí estaba, intentando abrir u
El ascensor subía lento. Como si supiera. Valeria miraba el reflejo de sí misma en la pared metálica: cabello suelto ya un poco desordenado, maquillaje corrido en las comisuras, los hombros tensos bajo la gabardina. No parecía la mujer que había entrado al evento horas antes, caminando junto a Liam Del Valle, con la cabeza en alto. Ahora era otra. Una que recordaba muy bien lo que era sentirse fuera de lugar. Cuando la puerta se abrió en su piso, caminó directo a su departamento. No encendió las luces. Se quitó los zapatos al entrar, como si el ruido pudiera romper el silencio que la envolvía. Camila. Ese nombre daba vueltas en su cabeza como un eco. No era celos. O tal vez sí, pero no como los entendía la gente. No era miedo a que Liam la amara a ella. Era el miedo a que el mundo entero pensara que debía hacerlo. Que esa era la elección obvia. Natural. Justificada. Valeria se dejó caer en el sofá. Recordó cada segundo de esa noche. La manera en que Camila la
El salón estaba vestido de gala.Cristales brillando como estrellas, vino en copas delicadas, trajes oscuros y vestidos de diseñador. Todo tan perfectamente medido que hasta el silencio tenía una nota de arrogancia.Liam estaba acostumbrado a ese tipo de eventos.Sonreír sin sonreír, estrechar manos, sostener conversaciones vacías que valían millones.Pero esta noche era distinta.Porque Valeria estaba ahí.Y por primera vez, no era una infiltrada.Estaba a su lado por elección. Por alianza. Por algo que aún no tenía nombre, pero pesaba como si lo tuviera.Vestía de negro, sobria pero desafiante, con el cabello recogido y una mirada que decía: “no me pertenezco a ustedes, pero no me pueden ignorar”.Y él no dejaba de mirarla.—¿Qué? —preguntó ella, atrapándolo en pleno escrutinio.—Nada. Solo estoy intentando recordar cómo era venir a estos lugares antes de vos.Valeria sonrió, con algo de incredulidad y ternura contenida.—Y, ¿era mejor?—No tenía sabor —contestó él, sin vacilar.Per
La noche los alcanzó más rápido de lo que esperaban.Liam y Valeria caminaban por una calle angosta del centro viejo de la ciudad, lejos de las cámaras, de los edificios de cristal, de las oficinas donde ambos habían aprendido a disfrazar el corazón con trajes caros y silencios calculados.Ella llevaba una bufanda gris que se aferraba al cuello como si aún hiciera frío. Él, las manos en los bolsillos, los hombros tensos, como si el peso del día se le hubiera pegado a la piel.No hablaban.Pero no hacía falta.Había algo en el ritmo compartido de los pasos, en cómo los cuerpos se alineaban con naturalidad, como si ya se conocieran de antes. Como si la tormenta no los hubiera roto del todo.Doblaron en una esquina y Liam señaló un café pequeño, casi escondido, con una luz cálida que escapaba por los ventanales.—Es mi escondite —dijo.Valeria arqueó una ceja.—¿El gran Liam Del Valle se esconde?Él sonrió, apenas.—Más seguido de lo que me gustaría admitir.Entraron.El local tenía arom
Liam cerró la puerta de su oficina con un golpe seco.Se quitó la chaqueta, la lanzó sobre el respaldo del sillón y caminó de un lado a otro con los puños apretados.No había pasado ni una hora desde la reunión, y ya tenía cinco correos de directivos, dos llamados de su padre y un mensaje de su abogado preguntándole si quería hacer alguna declaración oficial.Una foto. Una maldita foto.De lejos, de noche, sin rostros nítidos. Pero bastó.Porque en el mundo al que él pertenecía, las percepciones eran más peligrosas que los hechos. Y el simple rumor de que estaba involucrado con Valeria podía poner todo en juego: la fusión, su reputación, la empresa, el frágil equilibrio de poder con su familia.Pero lo que más lo inquietaba no era el daño profesional.Era ver los ojos de Valeria esta mañana.Dolidos. Traicionados. Como si él hubiera sido parte de esa exposición.Como si su silencio la hubiera dejado más sola que nunca.Se dejó caer en el sillón, hundiendo el rostro entre las manos.No
Último capítulo