ellos se niegan a aceptar lo que sienten, llena de celos drama y orgullo, lo que no les permite estar juntos, atravesaran todas sus dificultades y estar juntos ?
Leer másEl salón estaba vestido de gala.Cristales brillando como estrellas, vino en copas delicadas, trajes oscuros y vestidos de diseñador. Todo tan perfectamente medido que hasta el silencio tenía una nota de arrogancia.Liam estaba acostumbrado a ese tipo de eventos.Sonreír sin sonreír, estrechar manos, sostener conversaciones vacías que valían millones.Pero esta noche era distinta.Porque Valeria estaba ahí.Y por primera vez, no era una infiltrada.Estaba a su lado por elección. Por alianza. Por algo que aún no tenía nombre, pero pesaba como si lo tuviera.Vestía de negro, sobria pero desafiante, con el cabello recogido y una mirada que decía: “no me pertenezco a ustedes, pero no me pueden ignorar”.Y él no dejaba de mirarla.—¿Qué? —preguntó ella, atrapándolo en pleno escrutinio.—Nada. Solo estoy intentando recordar cómo era venir a estos lugares antes de vos.Valeria sonrió, con algo de incredulidad y ternura contenida.—Y, ¿era mejor?—No tenía sabor —contestó él, sin vacilar.Per
La noche los alcanzó más rápido de lo que esperaban.Liam y Valeria caminaban por una calle angosta del centro viejo de la ciudad, lejos de las cámaras, de los edificios de cristal, de las oficinas donde ambos habían aprendido a disfrazar el corazón con trajes caros y silencios calculados.Ella llevaba una bufanda gris que se aferraba al cuello como si aún hiciera frío. Él, las manos en los bolsillos, los hombros tensos, como si el peso del día se le hubiera pegado a la piel.No hablaban.Pero no hacía falta.Había algo en el ritmo compartido de los pasos, en cómo los cuerpos se alineaban con naturalidad, como si ya se conocieran de antes. Como si la tormenta no los hubiera roto del todo.Doblaron en una esquina y Liam señaló un café pequeño, casi escondido, con una luz cálida que escapaba por los ventanales.—Es mi escondite —dijo.Valeria arqueó una ceja.—¿El gran Liam Del Valle se esconde?Él sonrió, apenas.—Más seguido de lo que me gustaría admitir.Entraron.El local tenía arom
Liam cerró la puerta de su oficina con un golpe seco.Se quitó la chaqueta, la lanzó sobre el respaldo del sillón y caminó de un lado a otro con los puños apretados.No había pasado ni una hora desde la reunión, y ya tenía cinco correos de directivos, dos llamados de su padre y un mensaje de su abogado preguntándole si quería hacer alguna declaración oficial.Una foto. Una maldita foto.De lejos, de noche, sin rostros nítidos. Pero bastó.Porque en el mundo al que él pertenecía, las percepciones eran más peligrosas que los hechos. Y el simple rumor de que estaba involucrado con Valeria podía poner todo en juego: la fusión, su reputación, la empresa, el frágil equilibrio de poder con su familia.Pero lo que más lo inquietaba no era el daño profesional.Era ver los ojos de Valeria esta mañana.Dolidos. Traicionados. Como si él hubiera sido parte de esa exposición.Como si su silencio la hubiera dejado más sola que nunca.Se dejó caer en el sillón, hundiendo el rostro entre las manos.No
Valeria despertó antes de que sonara la alarma.Estaba en su cama. Sola. El abrigo tirado en una silla, el celular apagado desde las dos de la mañana. No sabía exactamente cuánto tiempo había pasado desde que volvió de la terraza de Liam, pero lo que sí sabía era que algo en ella ya no era igual.Había un vacío distinto. No el de la soledad, sino el que dejan los encuentros intensos. Ese hueco que se forma cuando algo real toca una parte vulnerable… y después desaparece.Se sentó al borde del colchón, con el corazón todavía algo agitado.No deberían haberse besado.No en ese momento. No en esas circunstancias.Pero el problema no era que lo hubieran hecho.El problema era que ella quería volver a hacerlo.Se duchó rápido. Se vistió como si pudiera armar una nueva armadura. Blazer negro, pantalón entallado, tacones firmes. El delineado impecable como una declaración silenciosa de que seguía de pie.Pero mientras bajaba las escaleras del edificio, el celular vibró. Dos veces.Primero, u
El reloj marcaba las 11:47 p.m.Valeria llevaba diez minutos sentada en el borde de su cama, con el celular en la mano, la pantalla encendida, el nombre de Liam Del Valle brillando en el historial de llamadas… sin que hubiera ninguna llamada, todavía.¿Estaba loca?Quizás.Pero algo se había roto en esa sala de reuniones. O se había abierto. Como una herida que no sangraba, pero dolía al más mínimo roce.Y la forma en que Liam la había mirado, como si viera más de lo que ella misma quería admitir, no la dejaba en paz.Había algo en él que también estaba desarmado. Lo notó cuando mencionó los muros. Cuando dijo que no era su enemigo. Y sobre todo cuando se acercó sin invadir. Con rabia, sí, pero también con… algo más.Tocó el ícono de llamada. No lo presionó.En lugar de eso, se puso de pie, caminó por su pequeño departamento como una fiera enjaulada. Abrió la heladera. Cerró la heladera. Se sirvió un vaso de agua. Lo dejó a la mitad.Terminó mandando un mensaje.> Sé que no es la hora
La sala de reuniones era demasiado pequeña para tanto orgullo.En el ambiente había emociones encontradas, orgullo, Valeria había llegado cinco minutos antes, como siempre. Ordenó sus papeles, abrió su laptop, revisó por tercera vez este dia el informe que había preparado para la nueva propuesta de fusión. Estaba lista. para ganar esa batalla. O al menos eso creía. Liam entró con paso firme, lucia un hermosos saco de diseñador hecho a su medida, el rostro como tallado en piedra. Saludó apenas, sin mirarla. Se sentó frente a ella, con un cuaderno y su móvil sobre la mesa. Silencio. No el silencio profesional. El otro. El que arde. Valeria respiró hondo. —¿Vamos a fingir que no pasó nada? —dijo sin rodeos. Liam alzó una ceja, sin levantar la vista. —Estoy aquí para hablar del proyecto, no de tu vida personal. —Claro. Porque tus silencios son diplomáticos, no juiciosos. Entonces sí la miró. Fijo. Frío. —¿De verdad quieres hacer esto ahora? Valeria cerró la laptop con un cha
Último capítulo