Zona Muerta.
El pasillo se extendía ante ellos como un túnel interminable, iluminado por luces parpadeantes que proyectaban sombras irregulares sobre paredes metálicas y cables colgantes. Cada paso de Isela resonaba en el vacío, amplificado por la tensión que impregnaba el aire. No había palabras, nadie podía hablar. La comunicación se limitaba a gestos, miradas y a la guía sutil de Selena, cuyos dedos dejaban señales fugaces en la pantalla rota que todos miraban de reojo.
Un fragmento de memoria de Cayden apareció de repente en la mente de Isela: su risa lejana, su rostro apenas visible, estirando la mano hacia ella. El instante duró menos de un parpadeo, pero fue suficiente para que su corazón se acelerara. Respiró hondo, aferrándose al recuerdo, aunque sabía que desaparecería en cualquier momento.
Damian y Livia se mantenían alerta, sus movimientos coordinados con los de Isela. Cada sombra podía ocultar un peligro; cada zumbido metálico podía anunciar la aparición de patrullas del Consejo. Vinc