Los Hijos del Proyecto.
El silencio en la sala circular del Consejo era tan espeso que parecía un tercer muro, uno imposible de atravesar.
Las luces blancas, frías como bisturís, caían desde la cúpula translúcida, revelando cada gesto, cada rastro de nerviosismo que los presentes intentaban ocultar.
Helena fue la primera en hablar.
—No hay registro de ella en las rutas oficiales. —Su voz, normalmente firme, tenía un velo de exasperación que ninguno pasó por alto—. Livia se desvió del perímetro y… simplemente desapareció.
Adrián, sentado a su lado, dejó caer un informe sobre la mesa.
—Y Damian también. Su rastro emocional es errático. Obedece cada vez menos, lo único constante es que continúa buscándola.
Un murmullo inquieto se abrió paso entre los Consejeros. Algunos intercambiaron miradas afiladas; otros se inclinaron hacia adelante como si la distancia pudiera ofrecer respuestas.
El anciano Mirov, uno de los miembros más antiguo del Consejo, carraspeó.
—Los mellizos están fuera de la red emocional. —Lo dij