Hemorragia Interna.
El cambio no se anuncia: no hay una alarma, ni una orden verbal, ni siquiera un mensaje claro en la red Alfa.
El implante de Damian no entra en modo de estrés inducido como un sistema que obedece una instrucción externa, sino como un cuerpo que decide traicionarse desde adentro.
El primer síntoma es el dolor, no es constante. Eso sería más fácil de soportar.
Es intermitente, errático, como un latigazo que aparece y desaparece sin previo aviso, obligándolo a tensarse, a perder el ritmo de la respiración, a cerrar los ojos por una fracción de segundo demasiado larga.
Camina cuando ocurre, siempre caminando. El sistema nunca activa el estrés cuando está quieto; necesita movimiento, progresión, desplazamiento.
El dolor nace en el pecho, justo donde el implante se conecta con el sistema nervioso central. Se expande en oleadas breves, punzantes, que suben por el cuello y le nublan la vista. Damian no grita, no se detiene.
Aprieta la mandíbula, ajusta el paso, finge normalidad incluso cuando