Error de Coherencia.
El reloj marcaba las siete en punto cuando Isela Valmorán ingresó al vestíbulo de Raven Trading, ajustando la bufanda y saludando a la recepcionista con un gesto automático. Las luces blancas del techo reflejaban el pulido del mármol, los tacones resonaban sobre el suelo como un metrónomo mecánico. Todo estaba en su lugar. Todo estaba correcto.
—Buenos días, Isela —dijo Livia desde su cubículo, levantando la vista de su pantalla.
—Buenos días —respondió ella, sentándose y encendiendo su portátil.
Abrió los informes del día: balances, porcentajes de rendimiento, gráficos de variación de mercado. Todo parecía igual que ayer, y que el lunes pasado, y que el lunes anterior. Los números eran precisos, impecables. Su mente se movía automáticamente, como si el cuerpo supiera lo que debía hacer antes que ella misma.
Tomó su taza de café y bebió despacio. A las nueve, Leo apareció frente a su escritorio con su habitual postura impecable. Traje oscuro, corbata perfectamente ajustada, expresión