Entre Apuntes y Miradas.
El domingo amaneció gris, con la lluvia convertida en un murmullo persistente contra los ventanales. El departamento olía a café recién hecho, y por primera vez desde la tormenta de la noche anterior, el aire se sentía un poco menos denso.
Isela se sentó en la mesa con un montón de apuntes desordenados y su laptop abierta. El lunes tenía un examen de teoría de la comunicación, y aunque intentaba concentrarse, las palabras parecían desdibujarse en la pantalla.
Damian apareció en silencio desde la cocina, con una taza humeante en cada mano. Dejó una frente a ella.—Negro, sin azúcar, como te gusta.
Ella lo miró sorprendida.
—¿Cómo lo supiste?
—Anoche revisé tu despensa. No encontré ni un sobrecito de azúcar. —Alzó una ceja con esa calma enigmática—. Deducción lógica.
Isela sonrió apenas, escondida tras la taza. El café estaba perfecto.
Intentó volver a sus apuntes, murmurando mientras subrayaba.
—“La objetividad periodística consiste en… mantener una distancia crítica frente al hecho not