Elegir Duele.
La ruptura no ocurrió de golpe, no fue un grito ni un portazo ni una frase definitiva dicha con rabia, fue un desgaste. Una acumulación de silencios tensos, de miradas que ya no se encontraban, de pensamientos que cada uno rumiaba sin compartir porque sabía, o intuía, que hacerlo implicaría cruzar una línea sin retorno.
El eco del colapso de la comunidad aún flotaba en el aire. Isela seguía sintiendo esa presión en el pecho, como si las imágenes no se hubieran apagado del todo. La culpa ya no era una idea abstracta: era una presencia constante, una sombra que se sentaba con ellos y escuchaba cada palabra.
—No podemos seguir así —dijo Damian, rompiendo finalmente el silencio.
Su voz no era dura, era cansada. Ese cansancio era, quizás, lo más peligroso.
Isela levantó la mirada. Cayden no reaccionó de inmediato, pero su postura se tensó apenas perceptiblemente.
—¿Así cómo? —preguntó Cayden, con calma medida.
Damian exhaló despacio.
—Mirando cómo se destruyen mientras nos convencemos de q