Despertar.

El temblor se extendió por el suelo, un rugido sordo que hizo vibrar las paredes oxidadas del complejo. Las luces de emergencia se encendieron una a una, bañando el pasillo con destellos rojos intermitentes.

Leo corrió hacia la puerta principal, buscando cobertura.

—¡Están activando el protocolo de contención! —gritó por encima del estruendo—. ¡Tenemos que movernos ahora!

Damian se adelantó, revisando su arma.

—Hay una salida auxiliar al este, detrás de la sala de reactores. Si llegamos antes de que sellen las compuertas, podremos rodear hasta el núcleo.

Livia recogió sus cosas a toda prisa, el miedo reflejado en sus ojos.

—¿Y si no lo logramos?

Damian no respondió. Fue Isela quien lo hizo.

—Entonces no habrá nada que sellar —dijo con una calma que no parecía suya—. Si el núcleo cae, todo esto se apaga.

El cuaderno, como si escuchara, volvió a brillar entre sus manos. Las páginas se abrieron solas, mostrando un nuevo conjunto de coordenadas y una cuenta regresiva titilante.

00:59:52.

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