Daños Colaterales.
La primera vez que Livia despertó dentro del tanque, pensó que estaba soñando.
El líquido era tibio, azul, tan denso que se adhería a su piel como una segunda capa. No podía moverse. Los cables se extendían desde su cuello, sus muñecas, sus sienes. Cada respiración era una lucha contra la densidad viscosa que la rodeaba.
No había ruido, solo un zumbido leve, constante, que parecía provenir desde dentro de su cabeza. Y una luz blanca que venía de arriba, perforando el líquido con rayos temblorosos.
Luego, una voz, fría y distante.
—Reinicio completado. Sujeto 03 estable.
Después, oscuridad.
Despertó con dolor de cabeza y un sabor metálico en la boca.
La habitación del departamento era mínima: una cama, una ventana, un reloj digital marcando las 05:32. El sol aún no había salido. Livia se sentó despacio, con la sensación de que el suelo se movía bajo ella.
Otra vez ese zumbido. Como si algo dentro de su mente vibrara a destiempo.
Se llevó las manos a la cara. Su piel estaba húmeda, aunq