Archivo Alfa: El Origen.
El laboratorio siempre olía a desinfectante, frío metálico y miedo… aunque ninguno de los dos niños sabría definirlo así. A sus cinco años, Isela y Cayden solo sabían que ese lugar no era un hogar.
Era blanco. Todo blanco. Camillas blancas, batas blancas, luces blancas que nunca se apagaban del todo.
Pero la blancura no era lo que hacía que se tensaran cada vez que entraban: eran las voces. Las voces que evaluaban, midiendo, anotando, comparando.
Voces que no sonaban como las de mamá y papá, aunque ellos también estaban allí, murmurando instrucciones que parecían pertenecerles más al Consejo que a su propia sangre.
—Cayden —decía su madre con suavidad entrenada, la misma suavidad con la que unoacaricia a un animal antes de sacrificarlo—. Recuerda: tienes seis. No cinco. Eres mayor. Eres fuerte. Cuida de tu hermana.
Siempre usaba esa frase: cuida de tu hermana.
Era una orden disfrazada de cariño.
Cayden asentía, serio, demasiado serio para alguien que aún dormía abrazando un juguete qu