10. Líneas cruzadas
La mañana se abrió con un cielo limpio que no engañaba a nadie. En la bandeja de entrada, el asunto decía: “Reunión técnica con proveedor – 10:30”. Tomé mi libreta, el lápiz que uso cuando necesito pensar mejor que hablar, y bajé al piso donde las cosas huelen a cables y a promesas de mantenimiento.
El proveedor, Valdés, tenía manos de mecánico y voz de vendedor. Me sonrió como a una alumna aplicada.
—El generador estaba al día —dijo, apuntando una fecha en un formulario plastificado.
—Esa fecha es una semana antes del apagón —repuse—. ¿Hay registro fotográfico? ¿Sellos?
Parpadeó, incómodo. Me pasó otra carpeta con expedientes impresos. Había sellos, sí, pero las firmas parecían la misma letra con ganas de ser otras. Anoté sin levantar la vista. Cuando levanté, Tomás estaba apoyado en el marco de la puerta, seguro de sí mismo como alguien que trae soluciones.
—Perdón la intromisión —dijo—, pero traje un informe de mi gente. Hay inconsistencias en los cortes de energía de la zona. Pued