Capítulo XCVI

El estampido del disparo se disipó lentamente en el aire de la cabaña, dejando tras de sí un eco persistente y el agudo, metálico olor a pólvora que era sinónimo de la desesperación de Ahmed.

Horus se había cubierto instintivamente detrás del marco de la puerta. Una astilla grande, expulsada por el proyectil que impactó el dintel, había surcado su mejilla derecha. Las astillas hicieron una leve herida a Horus, un corte superficial que comenzó a sangrar lentamente, dejando un hilo escarlata sobre su mandíbula tensa. No era una herida grave, pero era un recordatorio físico de lo cerca que había estado.

A pesar del dolor punzante y la sangre caliente que le corría por la cara, no dejó de apuntarle a Ahmed. Su arma se mantuvo firme, enfocada en Ahmed. El miedo de Senay era ahora el motor principal de Horus; la rabia por el disparo era secundaria a la necesidad de mantener a su hermano inmovilizado.

Ahmed, eufórico por el acto de violencia, estaba completamente desconectado de la realidad.
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