El rugido del motor del SUV de Horus se fusionó con el viento helado de Montana, cubriendo el último rastro del Navigator negro de Ahmed. La frustración seguía siendo una presencia amarga, pero la necesidad de actuar la mantenía a raya.

Horus se interiorizó en el mismo camino en el que se veía que Ahmed seguía. La ruta era traicionera y se hacía cada vez más estrecha, flanqueada por densos bosques de coníferas y barrancos rocosos. La tecnología de Vittoria había dado su último aliento rastreando una débil señal de GPS que se movía a través de esa vasta área sin cobertura.

Pronto, llegaron a un lugar en donde el camino se dividía en dos. El camino principal se curvaba hacia el oeste, mientras que un sendero de tierra, apenas visible bajo una capa de nieve fresca, se dirigía bruscamente hacia el norte. No había señales, solo el silencio ensordecedor de la naturaleza.

Horus detuvo el vehículo, levantando una nube de nieve y tierra. Nicolai, que viajaba justo detrás en un segundo SUV con