Ahmed tomó un sorbo de café. No podía seguir guardando el secreto. Necesitaba que Hadilla supiera por qué estaba tan loco.
—Ya basta de acusaciones, Hadilla —dijo Ahmed, más calmado, pero con mucho dolor en la voz—. Necesito que sepas por qué mi desesperación no es solo por el dinero. Es... es por ella.
Hadilla lo miró. Estaba confundida.
—¿Y qué puede ser más importante que la fortuna Arslan? ¿La humillación de ser rechazado por una artista sin dinero?
Ahmed se acercó, la verdad salió de él como un río que se desborda.
—Senay no era solo una 'artista'. Ella era... mi secreto. Nos conocimos hace más de un año. Fue en esa galería de arte. ¿Recuerdas? Mi madre organizó ese evento para que la gente hablara bien de la familia. Yo estaba borracho y odiaba toda esa falsedad.
Hizo una pausa, recordando el momento. Una pequeña sonrisa triste apareció en su rostro.
—Y ella estaba allí. Ella era diferente a todas las mujeres que conocía. No le importaba mi apellido. Creí, tontamente, que no sab