El regreso a Bel-Air fue agridulce para Dilara Arslan. Aunque el viaje a Estambul había concluido con la victoria de una alianza de alto calibre, la prisa de la boda y la humillación de tener que aceptar la elección "indomable" de Horus la dejaban tensa.
El caos se cernía sobre el futuro, y Dilara no podía permitir cabos sueltos. Si bien la fortuna Hassan era seductora, la repentina aparición de Senay y la velocidad del compromiso olían a un plan demasiado perfecto. Su sospecha, siempre aguda, se centró en la mujer que menos esperaba: Hadiya Demir.
Hadiya había pasado los últimos días en un purgatorio doméstico. La noticia de la boda de Horus la había dejado furiosa. Pero lo peor era la constante, glacial presencia de Ahmed. Dilara, aún presionando la unión Demir-Arslan como un plan de respaldo para Ahmed, exigía que pasaran tiempo juntos.
Ahmed se mostraba complaciente con Hadiya solo en la medida en que era necesario para evitar una confrontación con su madre. La acompañaba a cenas