Capítulo 31: La villana también necesita ayuda.
Violeta lo miró. De cerca, los rasgos del príncipe eran casi irreales. La luz del atardecer hacía que su cabello cobrizo se incendiara en tonos de cobre y miel. Pero no era su belleza lo que la perturbaba. Era la mirada, esa mezcla de reserva e intensidad que parecía querer desarmarla, comprenderla, reconstruirla.
Emma sintió una punzada en el pecho. No por él. No por la cercanía. Sino por la historia.
Porque esto... esto no era parte del guion. Ella era la crítica literaria, la que juzgaba con tinta afilada las novelas empalagosas donde los príncipes se enamoraban de villanas reformadas. ¿Y ahora? ¿Ahora estaba allí, en medio de una escena perfectamente romántica, con un tobillo torcido y un príncipe ofreciendo su brazo como si eso bastara para desarmarla?
—Si ofreces el brazo por compasión, Su Alteza, lo rechazaré —dijo, con la voz apenas más áspera.
Leonard entrecerró los ojos, como si analizara cada palabra.
—Y si lo ofrezco porque es mi deber como prometido?
—Entonces también lo