Ian entra en la estación de policía con una gran sonrisa bobalicona, se encontraba bien, hasta podía decir que feliz por cómo estaban yendo las cosas con Sofi. Pronto la acompañaría a buscar a Mateo y eso le llenaba de expectación. Conocería al fin a ese niño que tanto había sufrido y podía llegar a conocer un poco más a Sofi.
—¿Por qué tenemos que ir con la chica vampiro? —grazna Gaby a su jefe conforme salían de la oficina interrumpiendo las cavilaciones del rubio.
—Porque lo digo yo, Medina, y no me jodas que hoy no es un buen día —contesta su jefe elevando la voz.
—Yo no trabajo con chicas —suelta López.
—Yo no trabajo con chicas raras —demanda Gaby.
—No me toque las pelotas —gruñe Esposito—. López, Alba va a ser tu compañera, y en este caso los quiero a los cuatro trabajando juntos. Medina, Russel, Alba y tú. ¿Les quedó claro?
—Sí, jefe —murmura López.
—¿Te quedó claro, Medina?
—Clarísimo como el agua.
—Bien, busquen a Russel ya Alba, quiero que traigan al profesor —ordena para luego volver a su oficina.
—¿Todo este circo por la chica nueva? —curioso Ian tras escuchar la disputa.
—No es un circo. Esa mujer nos va a estar vigilando y cuestionando todo para contarle a su papito —escupe López.
—Esa mujer es el Diablo —murmura Gaby.
—López, no creo que ella haga eso y, Gaby, tu problema con ella es porque te sacó tu lugar de estacionamiento, así que no jodan ninguno de los dos —declara el rubio dejándolos sorprendidos ya que esperaban que el estuviese en contra de trabajar con una mujer.
— ¿Qué carajo le pasa? Pensé que iba a imponerse también y solo se mantuvo al margen, no acotó nada y como si fuera poco nos manda a callar —masculla López mirando a Gaby, mientras este observa a Ian acomodarse en su escritorio.
—No sé, pero lo voy a averiguar.
Gaby comienza a caminar hacia donde se encontraba su compañero absorto en el ordenador y todavía con su “bonita” sonrisa. En cuanto llega, se acomoda en una silla frente a él, se cruza de brazos y lo escruta con la mirada, pero no obtenía la atención del rubio por lo que carraspea para que se entere que estaba allí.
—¿Qué ocurre?
—Eso mismo me pregunto. ¿Qué carajo ocurre?
—¿Qué pasa, Medina? ¿Otra vez con resaca?
—Nada de eso, anoche dormí en casa y tempranito —Lo observa sonriendo—… ¿Tú puedes decir lo mismo?
—Yo siempre duermo en casa, Medina —elude sin quitar la vista de su ordenador.
—Ok, pero nunca dijiste si fue temprano.
—¿Acaso estoy en un interrogatorio? ¿Voy a necesitar un abogado?
—Sigues sin contestar, Russel —Se acerca un poco por encima del escritorio y entrecierra los ojos—. Wow, esa chica sí que sabe lo que hace.
El rubio echa su espalda hacia el respaldo de la silla y se cruza de brazos.
—Ahora de qué se supone que estás hablando, Medina.
—La pregunta no es de qué, sino de quién.
—Ok… ¿De quién se supone que estás hablando? —indaga, tratando de no caer en el juego del morocho.
—Sofi.
—¿Qué pasa con ella?
—Eso me gustaría saber.
—Medina, no estoy para tus juegos —Se acomoda de nuevo frente al ordenador—. Debo terminar el informe del arresto de ayer.
—Eso quiere decir que arreglaste las cosas con Sofi.
—Eso quiere decir que tengo trabajo, Medina.
—Ya, Ian, no te hagas. Tienes una cara de estúpido importante, es obvio que estuviste con Sofi —Se calla por un instante—. Al menos que esa cara de idiota se debía a otra mujer.
—No hay otra mujer, Medina, y no es de tu incumbencia.
—Sabes, me cae bien Sofi —Muestra una media sonrisa—. De igual manera, eres medio idiota estando enamorado.
—No estoy enamorado, imbécil.
—Tus ojitos brillan y hasta podría jurar ver corazoncitos —Lo observa entre cerrando los ojos—. Sí, definitivamente hay corazoncitos. ¡Que amor!
—No digas estupideces, Medina y déjame trabajar —suelta aguantando las ganas de golpearlo en nariz.
—¿Sabes lo único malo de todo esto?
—No sé y no quiero saberlo —contesta el rubio sin mirarlo.
—Que estás hecho un estúpido total —dice de todas formas—. Y no nos ayudas con la “chica vampiro”.
—Te equivocas y deja de sacar conclusiones idiotas.
El morocho se acomoda en la silla apoyando su espalda en el respaldo y cruza los brazos conforme Ian se dispone a seguir con su informe ignorando la presencia de su compañero.