En el veloz viaje hacía el hospital, Sole comenzó a tener contracciones, estaba agarrando muy fuerte las manos de su marido y maldecía como un camionero cuando Gaby pasaba con velocidad sobre algún bache o lomo de burro que los hacia rebotar y eso le causaba más dolor. Erik la instaba a respirar como era debido como había leído en los tantos libros que se había comprado para leerlos en su oficina cuando el trabajo estaba tranquilo. Sole estaba a medio parto y todavía no habían llegado al hospital y eso la estaba poniendo de peor humor. Era claro que no quería dar a luz en un club, pero eso no quería decir que la camioneta de su amigo era una opción.
Al llegar a las puertas de emergencia del hospital, Gaby deja mal estacionada su camioneta y antes de parar por completo, Erik ya la tenía en brazos corriendo hacia dentro del lugar a gritos limpios por un doctor que la atendiera porque su bebé venía en camino. Un grupo de enfermeras la ponen en una camilla y un doctor los i***a a llevarla al quirófano.
—Veo la cabeza —avisa el doctor y la mira a Sole que agarraba a su marido como si tuviera miedo a caer—. No te preocupes en menos de diez minutos ya conocerás a tu bebé.
Dicho eso prepara todo para traer al mundo a una niña con cabello rojizo, enormes ojos con una mezcla entre azul y grises que tenía medios cerraron ya que su garganta mostraba lo potente que era por el llanto que emitía.
—Felicidades es una preciosa y potente niña —El doctor les sonríe y le deja el bebé sobre el pecho de la madre para que ella pudiera sentir lo milagroso que era traer una vida al mundo.
—Es preciosa —musita entre lágrimas Sole y besa su frente.
—Es igual a ti —la voz de Erik se quiebra mientras acaricia con suavidad la cabecita colorada.
—Tiene tus ojos —Sole lo mira y él le da un dulce beso en los temblorosos labios.
—Tiene tu cabello y, en definitiva, tiene tu fuerza vocal —Eso hace reír a Sole y besa de nuevo a la bebé que no dejaba de moverse, pero su llanto se había calmado—. Gracias, es el mejor que regalo que pudiste haberme dado. Te amo.
—Te amo —Ella mira a su bebé—. Te amo, Eva —musita.
—¿Eva? —pregunta Erik mirando a su hija.
—Eva —asiente Sole—; como Eva Perón la mujer que lucho por los derechos de los trabajadores y de la mujer —Ella lo mira enrollando su mirada con la de él—. ¿Te gusta?
—Me encanta —Besa la frente de su mujer luego la de su hija—. Bienvenida Eva —le susurra y observa como su hija se retuerce al sentir la voz de su padre, provocando que su pecho se hinche de orgullo.
Afuera esperaban todos por ver a la niña que había hecho que una despedida de soltera fuera épica e inolvidable. Todos demasiados ansiosos por verla y saber también como estaba la madre. Una vez que le dieron permiso, de a uno fueron a verlas. Todos se enamoraron a primera vista de la pequeña pelirroja. Cada uno la sostuvo en sus brazos y babearon sobre ella, prometiendo volver al siguiente día con regalos y muchos agasajos para ambas, ya que como era de madrugada no había nada abierto y mucho menos habían tenido oportunidad de comprar algo. Lina había ido hasta la casa de Sole mientras ella estaba en medio del parto, para buscar su bolso y se lo llevó cuando la dejaron entrar para verlas.
Una vez que ya no había nada más que hacer en el hospital cada uno tomo rumbo a sus respectivos hogares deseando que ya fuera el siguiente día para ver de nuevo a esa criatura, que sin duda iba a dejar huella en cada uno de ellos.
—¿Puedo pedirte algo? —esboza con timidez Sofi, una vez que llegaron al refugio de su habitación en su hogar.
—Lo que quieras —Ian le dedica una sonrisa seductora y Sofi tuvo que apretar sus muslos un poco para detener la pasión que se arremolinaba dentro de ella.
—¿Puedes terminar con mi fantasía? —pide mirando hacia abajo, donde sus manos estaban entrelazadas. Ian se acerca a ella y le levanta la barbilla con sus dedos.
—Todas tus fantasías —le deja saber y atrapa su boca en un beso que de a poco fue apoderándose de ambos.
Ian todavía llevaba los pantalones de piloto y también la camisa. Había perdido la chaqueta y la máscara, pero con esto último no había problema en conseguirlo. La toma de la mano y la lleva hasta la habitación de las fantasías que era exclusivamente para ella.
Cuando llegan la lleva directo hasta el camastro de metal y con agilidad la sienta sobre esta, camina hasta las cajoneras en donde saca una máscara y su famoso control de mando. La música de Aerosmith comienza a inundar la habitación con su canción “Crazy” , luego él comienza a moverse bajo la atenta mirada verde de Sofi.
Se pone la máscara y sigue moviéndose al compás de la música, quitándose sensualmente cada prenda dejándola caer sin vida sobre el suelo a medida que se acercaba a su mujer. Cuando quedó desnudo y frente a ella comenzó a besarla. Ian recorre cada parte del cuerpo de Sofi con sus labios, mientras la desnuda dejándola expuesta de la misma manera que él lo estaba. Expuestos en cuerpo y el alma.
—Pídeme que te enseñe —le pide Ian pegando sus labios al oído femenino—. Pídemelo, Sofi, pídeme lo que quieres.
—Enséñame como…
Su voz se apagó cuando Ian metió sus dedos dentro de ella llevándola a perder la razón como hacia cada vez que la tocaba de esa manera…