LEONARDO
Desde que recibí el mensaje de mi padre, la simple idea de cenar en la casa familiar me daba náuseas. Pero aquí estoy, cruzando el umbral de una casa que, pese a ser mía, ya no se siente como tal, por eso duermo en la Orden.
Cuando entro al comedor, ya los veo sentados. Mi hermano menor, con esa sonrisa tranquila que siempre he envidiado un poco, y junto a él, Carolina… mi madrastra, la segunda esposa de mi padre. Apenas me dirige una mirada fugaz antes de volver a concentrarse en mi padre.
Mi madre murió hace quince años, y mi padre no tardó en rehacer su vida con Carolina. Poco después, tuvieron un hijo. Muchos dicen que ella ya era su amante antes de que mi madre muriera. Él nunca lo confirmó ni lo negó, pero, siendo sincero, no me sorprendería si fuera cierto.
No tengo relación con mi padre, más allá de lo estrictamente profesional y lo que mostramos de cara al público. Nuestra conexión se rompió hace mucho, desde que fuí lo suficientemente adulto para darme cuenta cómo