Clarissa sentía que todo era un enredo. No entendía qué pasaba con Giovanni. Él cambiaba demasiado de un momento a otro, como el cielo antes de una tormenta.
Javier seguía dando indicaciones para que alguien vigilara a esa gente y se aseguraran de que no siguieran dando lata.
El resto ya había regresado a la habitación.
Liliana y las demás no se dieron cuenta del cambio raro en Gustavo, pero Roger y los otros sí. No le quitaban los ojos de encima a Clarissa.
Aunque claro, las expresiones de Liliana y su grupito tampoco transmitían mucha paz… más bien daban algo de pena ajena.
Cuando Javier por fin regresó al privado, el ambiente no había cambiado mucho. Lo que acababa de pasar no les afectó nada. Para ellos, esas personas eran tan irrelevantes que ni les cruzaban por la cabeza.
Después de cenar, nadie dijo nada de irse a seguir la fiesta. Ni en días normales eran de los que terminaban en antros o bares. Todos bastante sobraditos… bueno, excepto Javier, que sí era más de salir.
Aunque t