Clarissa no tuvo tiempo de contestarle a Giovanni, porque él la miró y, con un tono serio, preguntó:
—¿Por qué estás tan roja?
—No es nada, debe ser el calor del carro — respondió Clarissa, tratando de evadir la pregunta.
Pero su actitud no pasaba desapercibida, y Giovanni, con una mirada fija, entrecerró los ojos.
Clarissa se sintió aún más incómoda, evitando mirarlo directamente.
—¿A quién le estás enviando mensajes? — preguntó Giovanni, levantando las cejas.
¿Se está sonrojando por un mensaje? ¿Será un hombre que le está escribiendo?
—A una amiga — dijo Clarissa, rápida— es Vittoria.
Giovanni levantó una ceja, confundido. ¿Por qué se sonroja por un mensaje de Vittoria?
—¿Y de qué tanto hablan? — se acercó más, decidido a ver lo que estaba escribiendo.
Clarissa, sintiendo su respiración cerca, rápidamente cubrió la pantalla de su celular, tratando de ocultarlo.
—¡Nada, nada! — Clarissa se sintió muy avergonzada, especialmente porque lo que Vittoria le había enviado no quería que Giov