A la mañana siguiente
Azael fue llevado por sus empleados hasta su casa, estaba tan ebrio que ni siquiera podía sostenerse en pie.
Su madre Paulina le miró impactada, los hombres lo llevaron hasta su alcoba y lo dejaron sobre la cama.
—Muchas gracias por su ayuda —dijo la mujer
Los hombres salieron de ahí.
Paulina miró a su hijo con tristeza, su ahijada Brenda se acercó a ella, tocó su hombro con tristeza.
—Madrina, lamento tanto ver a Azael así —dijo.
—Azael adoraba a su padre, nunca supe cuánto hasta hoy, se está autodestruyendo y no sé como ayudarlo.
Brenda se abrazó a su madrina.
—No te angusties más, madrina, verás que pronto Azael se recuperará, verás que se volverá el mismo buen hombre del pasado.
Paulina limpió sus lágrimas.
—haré lo que sea para evitar que mi hijo se lance a un precipicio de destrucción —sentenció la mujer.
Salió de ahí, pero Brenda permaneció mirándolo.
«Debes mejorar, Azael, debemos casarnos antes de que tu madre se muera, necesito tener a un hi