Axel:
Tuve una pequeña reunión con mis amigos en el departamento de Mikael, que digo departamento eso parecía una mansión, Mika a pesar de ser un tipo sencillo -según creo yo- es bastante extravagante con respecto a sus cosas, todo su departamento gritaba elegancia y era gris con negro por todos lados.
Ambos me contaron sobre su vida estos últimos cinco años y la verdad no fue mucho, lo que hicieron fue más que trabajar, Mikael por supuesto andando de chicas en chicas, Carlo solo tuvo dos novias que no duraron mucho y decidió solo tener sexo casual.
Hablar con ellos me hizo bien, porque a fin de cuentas eran mis amigos.
Hoy ellos irían en la noche para comer en la pastelería, por lo general también aquí tenemos un restaurante, papá quiso hacerlo como en las otras pastelerías y ha funcionado bastante bien.
—Axel, éstos son los pedidos para hoy —Kurt me los entregó.
Kurt, es mi primo y mejor amigo también, es un buen chico y bastante responsable, se vino a Chicago detrás de una chica que al final resultó ser un hombre, no tiene nada en contra de eso, pero le molestó que le hayan mentido y por ahora se reserva en el amor, es bastante serio con respecto al trabajo pero es un chico divertido. Y noble como mi tía Nina, el es un buen chico.
—Gracias Kurt, hoy tendremos trabajo —asintió— ¿Alguna reservación?
—Si, hicieron dos reservaciones, una grande, para una reunión de una familia —asentí— y la otra es una pareja que celebra su aniversario.
—Bien, vamos a la cocina.
Kurt es bastante inteligente y muy capaz de hacer las cosas, aún sigue en la universidad, no falta mucho para que se gradúe, ambos vivimos en el mismo departamento, me gusta vivir con el porque es ordenado, no hace mucho ruido y sobretodo porqué cocina muy bien.
Ambos fuimos a la cocina, me coloque el delantal y guantes para empezar a trabajar y por supuesto apagué el aparato en mi oído para una mejor concentración.
Hoy me tocaba hacer alfajores para colocarlos en la vitrina y algunas que otras galletas.
Me gusta mucho la repostería, amaba ver a mi mamá cocinar esos dulces deliciosos, a pesar de mi carácter en la cocina, me considero un buen tipo, soy de esos hombres que sueñan con tener una casa, con hijos, una hermosa esposa que sea mi soporte que me quiera y valore, para así poder bajarle la luna con las estrellas.
Me gusta pensar en el romance mientras hago mis postres, porque siento que los estoy preparando para alguien especial y que tienen que salir perfectos, cosa que funciona a la perfección, aunque nadie en especial los coma se que valen la pena hacerlos, al menos hará feliz a alguien más.
Terminé con lo mío y coloque todo en el horno, encendí mi aparato y empecé a caminar por la cocina supervisando que todo saliera bien.
—Tienes que batir la crema de leche con los utensilios fríos, eso le dará más consistencia a la mezcla que estás haciendo —le dije a un chico.
—Sí, chef.
Y empezó a hacer lo que le dije, a veces me molesta tener que repetir las cosas dentro de la cocina, muchos aquí han estado trabajando para mí desde hace dos años, ya deberían saber cómo hacer las cosas. Fui hasta Kurt quien decoraba un enorme pastel para un niño.
—Esta quedando genial Kurt.
—¿Verdad que sí? —sonrió orgulloso— hace tiempo no trabajaba con fondant, me quedó perfecto.
—Me gusta que aún haya chicos que se interesen por los dinosaurios —reí.
El pastel era de tres pisos y consistía de una decoración de crema de mantequilla en la parte superior y en la inferior era de puro fondant al igual que los dinosaurios que salían del pastel.
Kurt es un excelente decorador, tiene bastantes habilidades y conocimientos sobre la pastelería y decoración, decidió seguir los pasos de mi tía Nina, este chico es su más grande orgullo y vaya que mi tía lo hizo más que bien, mi primo sabe lo que hace.
—¿Es para hoy? —pregunté.
—Asi es, vendrán por el en una hora, ya no falta mucho para terminarlo —asentí y le palmeé el hombro.
—Te felicito primo, quedó genial.
Me sonrió y siguió moldeando un dinosaurio pequeño con fondant, regresé a supervisar el resto y todo marchaba bien.
(...)
Más tarde...
Terminé con mi trabajo en la. cocina y me encerré en mi oficina, tenía que organizar algunas cosas que tenía pendiente como proveedores, material y demás, por suerte tenía a Kurt cómo mi mano derecha, si no, estaría enloqueciendo.
Escuché leves toques en la puerta, mi secretaria me avisó que mis amigos habían llegado, así que ella los dejó pasar.
—¡Alemán! —exclamó feliz Mikael.
Rodé los ojos y me levanté para saludarlos.
—¿Que tal muchachos?
—Todo bien —Mikael se sentó en mi escritorio—, vaya sentarme aquí me hace sentir poderoso —rió—, a mí me encanta mandar.
—Mikael, no queremos saber eso —dijo Carlo.
—¿Ves? Esa mente tuya —negó—, eres un pervertido italiano.
—¿Por qué me llamas así? —se cruzó de brazos.
—No lo sé —se encogió de hombros—, quizás porque vengas de la india.
—Payaso —el bufó y Mikael rió al igual que yo.
—Vinimos hasta aquí amigo mío —me miró—, para invitarte unos tragos e ir con unas chicas tal vez.
—No puedo, aún estoy en mi horario de trabajo, si vamos a beber sería un sábado por que la pastelería cierra los domingos.
—¿Ya ves? —Carlo le dijo a Mikael—, no podemos beber un día de semana, tu porque aún no trabajas pero Axel y yo si.
Este bufó —Que aburridos son, van a envejecer y no disfrutarán de la vida y las chicas —miró mi escritorio— ¿Quién es? —enseño el cuadro de mi ex.
—Es Tamara, mi ex.
—Wow wow espera.. ¿Tu ex? —asentí— ¿Y por que la tienes en tu escritorio? Se supone que es tu ex.
—¿Que tiene que la tenga en su escritorio Mikael? —Carlo se cruzó de brazos.
—Por qué es ex, tiempo pasado, algo superado —dijo obvio— por que la superaste ¿Cierto?
No respondí ante aquello.
—Axel, si no la has superado eso te traerá problemas en el futuro, estarás pensando en ella mientras follas con una chica, además de que si quieres tener novia.. Eso significa peligro.
—Creo que has visto muchas películas Mikael —me crucé de brazos.
—No, no —se levantó de mi escritorio—, eso está escrito, claro que va a suceder creeme, por que cuando quieras tener algo serio.. Ellas aparecen como por arte de magia a querer joder tu relación actual.
—¿Te ha pasado? —le preguntó Carlo.
—No pero conocí a chicos que si —se encogió de hombros— ¿Por que terminaron?
—Por esto —señalé el aparato en mi oído.
—No te merecía amigo —Carlo palmeo mi hombro.
—¿Que sucede con las mujeres hoy en día? —Mikael bufó— ya no quieren a ningún hombre por un mínimo defecto que tenga —negó—, yo no tengo ninguno pero ha de ser horrible.
—¿De verdad te dejó por eso?
—Si Carlo, hasta el anillo de compromiso me lo regresó.
—Joder Axel, lo lamento hermano, pero debes ya superarla, jamás te quiso —Carlo asintió de acuerdo con Mikael.
Es cierto, mamá me decía lo mismo, que ella jamás me quiso, mamá la odió desde el día que me dejó por solo tener sordera, mamá me decía que cuando una mujer ama de verdad no le importa si nos falta una parte de nuestro cuerpo, ellas aman de verdad y sinceramente quisiera que alguien me amara tanto como ella ama a mis padres.
Estábamos por sentarnos a hablar más a gusto cuando escuché gritos en la parte de afuera de la pastelería, dejé a los chicos en la oficina, cuando baje estaban dos mujeres agarrandose del cabello, pero una de ellas la tiró contra la mesa y se partieron algunos vidrios. Un hombre lleno de pastel las veía pelear.
Corrí hasta ellas y cuando la otra estaba por lanzársele encima a la otra la tomé de la cintura para separarla de la otra.
—¡Suéltame! ¡Esa estúpida me las va a pagar! —ella forcejeaba conmigo, vaya que es fuerte.
—¡Basta! —le grité un poco.
La gire sobre su cintura para colocarla sobre mi hombro, no pesaba mucho así que se me hizo muy sencillo hacerlo.
—¡Suéltame! ¡La puta m****a que me sueltes! —gritó
Caminé con ella en mi hombro hasta mi oficina, la senté en una silla mientras ella se calmaba, me coloque en medio de Carlo y Mikael quienes miraban a la chica asombrados y en silencio.
—¿Sabe usted lo que acaba de ocacionar allá afuera? —pregunté.
Ella nos miró a los tres, sus enormes ojos grises estaban llorosos y se veía muy molesta.
—Solo me defendí —salió de sus labios.
—Se defendió —asintió—, pero hizo un desastre allá afuera, eso le traerá malas reseñas a esta pastelería.
—Lo siento ¿Si? —sus lágrimas caían— pero estaba molesta porque me mintieron, el idiota de allá afuera —señaló la puerta— me engañó.. Además ¿Por que tengo que decirles? —nos miró seria.
—¿Será porque está es mi pastelería? —pregunté. molesto.
La puerta sonó y mi secretaria abrió la puerta dejándome ver al tipo embarrado de pastel, la chica lo vio e iba a lanzarse sobre el de nuevo pero Carlo la detuvo por la cintura mientras ella le.gritaba.
—¡Hijo de puta! ¡Debí castrarte está mañana! —forcejeó con Carlo.
—Cálmese señorita —le pidió de manera calmada.
—¡Que me calme una m****a! ¡Me mentiste Tom! —lloraba de la ira.
Mire al tipo frente a mi con una ceja alzada.
—Bebé puedo explicarlo, estaba a punto de pedirle el divorcio.
Ya entiendo, entonces la chica es la amante y no lo sabía, que mal.
—Será mejor que se vaya señor —dijo Mikael—, la señorita está molesta y dudo mucho que quiera hablar con usted.
El se rindió y le cerré la puerta en la cara, volví a ver a la chica quien dejó de forcejear con Carlo y el la soltó lentamente.
—¿Se siente mejor? —le pregunté.
—No —no nos miraba—, me quiero ir a mi casa, permiso.
Caminó por en medio de nosotros y soltó un quejido de dolor, se miró la pierna y nosotros también, tenía un pedazo de plato incrustado en la parte baja de la pierna.
Carlo la tomó de las manos y la sentó de nuevo.
—¿Le duele?
—Un poco —ella lloraba.
—¿Tienes kit de primeros auxilios? —preguntó Mikael.
—Si, está en el baño —señalé la puerta.
El fue por el kit y después regresó, llegó a la chica y se agachó a su altura.
—Escucha linda, voy a sacar ese vidrio que tienes en la pierna ¿Bien? Y después lo curaré, si se ve mal, será mejor ir a un hospital.
Ella solo asintió.
Le cortó el jean solo un poco y de una sola vez le sacó el vidrio, rápidamente le colocó una venda con gasas y esas cosas, la herida no se veía tan grave asi que no morirá.
—¿Sabes de primeros auxilios? —le preguntó Carlo.
—Un poco, hice unos cursos ya sabes, cuando no hay nada que hacer —se encogió de hombros.
—Pues te sirvió —le dije.
—Gracias —dijo ella.
—¿Puedes caminar? ¿Viniste sola? —le preguntó Carlo.
—Vine con mi amiga, ella debe estar esperándome afuera y gracias por curarme.
Sus ojos eran enormes y grises, sumamente preciosos, ella era preciosa.
—Te ayudo —le dije.
La ayudé un poco y la lleve hasta el estacionamiento, en serio que había hecho un desastre de este lado, ella se subió al auto con su amiga y se fueron, después sentí a mi lado a Carlo y Mikael.
—Joder que hermosa era —dijo Mikael
—Estoy de acuerdo contigo hermano —Carlo sonreía—, sus ojos eran.. preciosos.
—Lo eran —dije por último.
Si que lo eran...