Lo que había caracterizado a Cristian toda su vida, definitivamente, habían sido sus bajos instintos, esos que le gritaban que algo estaba mal en lo muy profundo de su corazón. Aquellas corazonadas lo habían guiado a salir bien librado de los peores escenarios y habían ayudado a que descubriera al más infeliz de los mentirosos.
Y aunque Valentín no parecía ser, ciertamente, un mentiroso, sabía que ocultaba algo. En definitiva, el muchacho poseía algún tipo de poder dentro del mercado negro. Pero ¿qué clase de poder? Los hombres que lo acompañaban no parecían ser, ciertamente, muy entrenados como los que lo acompañaban a él, pero lo había sorprendido mucho el equipo de los “saltadores”, esos muchachos que hacían parkour por todo el mercado negro y que habían logrado atrapar a los secuestradores de Luisa.
En sus años de experiencia, nunca había visto algo como eso: era una técnica de calle, burda pero efectiva. Y cuando el muchacho salió de la casa de Luisa, Cristian se había quitado su