Pude ver cómo sus ojos verdes se clavaron en los míos, cómo me escrutaba el alma con esa mirada de la que yo tanto me había enamorado. Me sentí terrible, porque me miraba de la misma forma en la que me miraba antes.
—¿Pero acaso antes no había fingido amarme? ¿Acaso antes todo no había sido una mentira para poder vengarse de mí y limpiar el nombre de su familia, humillando a mi madre? —Entonces, ¿por qué esa mirada nuevamente?
Solamente existían dos opciones de respuesta a esa pregunta. La primera, y la menos improbable, es que me mirara en ese momento porque sentía cosas por mí, por Luisa. Y de esa misma forma me había mirado antes porque sentía cosas por Alana. Pero eso era imposible, porque a Alana la había utilizado.
La pregunta era: si me miraba de esa misma forma siendo Luisa, ¿eso significaba que me estaban manipulando?, ¿utilizaba a Luisa para algo?
Y llenó nuevamente mi vaso de limonada con la jarra. Mis manos parecían temblar un poco, así que Nicolás estiró su mano hacia mí